Los hospitales de las islas Canarias, tanto públicos como privados, registraron durante el pasado año 2017 un total de 2.301 ingresos por ictus, según ha informado la Consejería de Sanidad en una nota de prensa.

Respecto a la mortalidad por ictus, según los últimos datos correspondientes a 2016, el archipiélago se situó por debajo de la media nacional en cuanto a tasa ajustada de muertes por enfermedad cerebrovascular por 100.000 habitantes, ya que la media del país alcanzó los 25,69 mientras que la canaria se situó en los 23,4.

En este sentido, el Gobierno regional ha recordado la importancia de la Guía de atención al ictus realizada en 2014 por profesionales del Servicio Canario de la Salud, tanto del ámbito de la Atención Primaria como de Atención Hospitalaria, y con la participación del Servicio de Urgencias Canario.

Dicho documento pretende sistematizar la atención sanitaria al ictus en los aspectos de prevención, actuación en la fase aguda, rehabilitación y reinserción.

El llamado Código ictus es el sistema de alerta que permite la rápida identificación, notificación y traslado de los pacientes con ictus a los servicios de urgencias y se basa en la consideración del ictus como una emergencia. En Canarias este sistema de alerta se activa mediante una llamada al 1-1-2.

Por su parte, en los episodios de ictus es una prioridad absoluta su rápida identificación y la activación de los sistemas de emergencia extrahospitalarios, así como el transporte coordinado a aquellos hospitales preparados para instaurar precozmente las medidas revascularizadoras, es decir, los hospitales de tercer nivel.

En esta Guía se explicitan las actuaciones a realizar por los profesionales, tanto en el ámbito extrahospitalario como hospitalario, los criterios de inclusión en el Código ictus y las medidas clínicas y terapéuticas a implementar para recuperar al paciente que ha sufrido este episodio.

Aunque cumpliendo los objetivos de esta Guía se conseguirá obviamente disminuir la mortalidad por ictus, no es ese el único objetivo pues las complicaciones y secuelas que de él pueden derivarse tienen mucha importancia, ya que el ictus constituye la segunda causa de invalidez o discapacidad a largo plazo en el adulto.

Por ello, se incide sobre todo en la prevención e información a la ciudadanía sobre los factores de riesgo y los síntomas de alarma.