Las fechas veraniegas adquieren un significado especial en La Gomera porque es la ocasión en la que se desempolvan las ancentrales y ricas tradiciones. La banda sonora no puede ser otra que el sonido de los tambores, las chácaras y esa inconfundible forma de cantar que parece hundir sus raíces en épocas prehispánicas. Además, es el momento del reencuentro con los gomeros que residen fuera de la Isla, familiares y amigos.

El presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo, invita a residentes y a foráneos a acudir a los distintos festejos que se suceden en todo el territorio insular para contribuir a la difusión y al mantenimiento de las tradiciones gomeras. "Cada año son más los visitantes que se unen a celebrar con la gente gomera nuestras fiestas, que adquieren gran popularidad en el Archipiélago", destaca.

Este año será aún más especial porque coincide con la celebración de las Fiestas Lustrales en honor de la patrona de La Gomera, la Virgen de Guadalupe, con lo que los festejos se alargan hasta final de año.

Cada primer lunes de octubre y desde mitad del siglo XVII, incluso antes -cuando era posible económicamente-, la patrona de La Gomera abandona su pequeña ermita en Puntallana y, a través del mar, llega a la Villa para recorrer todos los municipios y pueblos de la Isla. En la edición anterior, se dio la particularidad de que cada vez que se intentaba que la Virgen volviera a su templo, un temporal lo impedía, lo que parecía ser un mensaje de que la patrona quería alargar un poquito más su estancia con los gomeros de toda la geografía insular.

La devoción por esta pequeña imagen gótica está asociada, directamente, a la gesta del descubrimiento del Nuevo Mundo, en el que la Isla Colombina fue merecedora de este nombre, precisamente, por el papel que jugó la hazaña que cambió el curso de la historia. En el monasterio de este nombre en Cáceres es donde se firmaron las sobrecartas del Descubrimiento y es de Extremadura de donde procedía el primer obispo de Canarias, Diego de Muros. La construcción del templo fue encargada por Guillén de Peraza, de origen andaluz. Por lo tanto, la devoción a la Virgen de Guadalupe estaba profundamente enraizada en los conquistadores y su vinculación a La Gomera supone otra prueba más de su participación en la gesta.

Durante los años que no hay Fiestas Lustrales, también se lleva a cabo esta festividad en el propio templo de Puntallana, a seis kilómetros de San Sebastián.

Los resultados de los cursos que organiza durante el año el Cabildo para cultivar las tradiciones de La Gomera se perciben cada verano. De forma creciente, las fiestas cuentan no solo con más participantes que tocan chácaras, tambores y entonan romances, sino que están mejor formados y, poco a poco, se recupera la esencia más pura de estas costumbres centenarias.

El recorrido festivo de cada verano comienza con las fiestas en honor de San Juan, en junio, que alcanzan su máximo exponente en Vallehermoso, Hermigua, San Sebastián y Valle Gran Rey, donde la costumbre de encender hogueras, tiene un mayor arraigo.

Las fiestas en La Gomera son particulares hasta en la cita en la que se celebran. Ejemplo de ello, son las de Los Aceviños, en Hermigua, en honor de San Benito y San Ramón, dado que no tienen una fecha exacta, sino que se lleva a cabo el segundo domingo de cada mes de julio. Lugar especial ocupan los festejos de la Virgen del Carmen, sobre todo donde la pesca es una actividad económica esencial, como son Playa de Santiago (Alajeró), San Sebastián y Valle Gran Rey. En Vallehermoso adquiere un especial arraigo.

A mitad de julio, los gomeros se dirigen a Arure, donde tiene lugar la fiesta del Ramo en honor a la Virgen de La Salud y San Buenaventura y en la que este elemento alcanza su principal expresión. Su elaboración corre a cargo de una familia, como pago a una promesa, y en cuya casa comienzan las celebraciones. Una vez que está terminado, se lleva en procesión, acompañado de tambores y chácaras, hacia la Iglesia y se coloca al lado del altar. Se celebra la misa y, una vez finalizada la ceremonia religiosa, sale la procesión.

Pero quizás la fiesta que ocupa un lugar central en el corazón de los gomeros es la que se celebra cada 15 de agosto en honor a la Virgen de Candelaria, en Chipude. A lo largo de tres días, se concentran los elementos que la convierten en un espacio para el reencuentro. Una media de 4.000 personas llegadas de casi todos los lugares de Canarias, incluso de la Península, convierte a esta localidad en la capital sentimental de los gomeros durante estos días.

Simultáneamente, el 16 y 17 de agosto, en Arure, se lleva a cabo otra festividad relacionada con el Ramo, pero esta vez en honor a San Salvador y San Nicolás.

Cada 6 de septiembre tiene lugar las Fiestas Colombinas, en San Sebastián, en las que se rememora el paso de Cristóbal Colón por La Gomera. Durante los últimos años, se ha apostado más por la vertiente académica.