La posible instalación de una veintena de parques eólicos en Fuerteventura podría suponer una "seria amenaza" para el guirre, una ave en peligro de extinción de la que solo se conservan 75 parejas reproductoras entre las dos islas orientales del archipiélago canario.

Así lo asegura en una entrevista el ornitólogo y naturalista Julio Roldán, de la Estación Biológica de Doñana, el organismo que a finales de los noventa inició el seguimiento de esta subespecie de alimoche que solo habita en Fuerteventura, Lanzarote y el archipiélago Chinijo tras extinguirse en Gran Canaria y Tenerife.

Tras más de un década en la que el desarrollo de las renovables ha estado bloqueado en Canarias por recursos, causas penales por corrupción, concursos fallidos y trabas de tipo administrativo, las energías limpias viven hoy un momento de auge en las islas, que van a terminar la legislatura con el doble de megavatios eólicos en funcionamiento de los que tenían en 2015.

En estos momentos, solo en Fuerteventura hay 21 solicitudes de parque eólicos en tramitación, pendientes de que el Gobierno de Canarias les conceda o no la autorización. En total, serían unos 60 los aerogeneradores que podrían instalarse en esta isla.

Con seis años de trabajo en las campañas de reproducción de guirre en Fuerteventura a sus espaldas, el naturalista Julio Roldán advierte de que los nuevos parques eólicos podrían suponer "una seria amenaza" para la especie y un "mazazo" para el esfuerzo realizado durante dos décadas en esta isla para recuperar esta ave.

A finales de los noventa saltaron las alarmas en Fuerteventura al comprobarse que apenas existían unos 100 ejemplares de guirre y poco más de 20 parejas reproductoras. La situación obligó a distintas administraciones a buscar la colaboración de un equipo de la Estación de Doñana, liderado por José Antonio Donazar.

Desde entonces, se han llevado a cabo en la isla dos proyectos europeos Life de recuperación: uno en 2004 ("La conservación del guirre en ZEPAs de Fuerteventura"), con un presupuesto de más de 800.000 euros, y otro en 2017 ("Egyptian Vulture", nombre científico del ave), al que se destinan 3,8 millones para financiar acciones que permitan la supervivencia de la especie en Canarias y algunas zonas de Italia.

El trabajo de estas décadas se ha centrado en campañas de sensibilización, un plan de seguimiento exhaustivo de las unidades reproductoras, el estudio y corrección de las principales causas de mortalidad, el anillamiento y la instalación de "guirreras", dos en Fuerteventura y una en Lanzarote.

Según Roldán, toda esta labor ha dado como resultado que "la especie se haya triplicado tanto en las unidades reproductoras como en los ejemplares, alcanzando los 300 individuos y las 71 parejas: 65 en Fuerteventura, cinco en Lanzarote y una en Alegranza".

"Hay una densidad de alimoches en estas islas orientales que no la vamos a encontrar en ninguna otra parte de Europa con unos 300 individuos en menos de 1.600 kilómetros cuadrados", añade.

A esto se suma el presupuesto destinado durante 20 años para intentar reflotar la población. "Pero tememos que si se instalan todos estos parques eólicos esto será un mazazo, sin lugar a dudas, para la supervivencia del guirre", alerta el ornitólogo.

Este especialista pone sobre la mesa otros inconvenientes que vendrían aparejados a la proliferación de molinos eólicos, como el impacto "drástico y permanente" que supondría en el paisaje, las molestias acústicas y visuales que ocasionarían a los núcleos urbanos cercanos, la reducción de recursos turísticos o el daño que podría ocasionar a las aguilillas, los alcaravanes, el halcón tagarote o la hubara, esta última en grave peligro de extinción.

Roldán recalca que no se trata de "abrir una guerra" entre parques eólicos y guirres: "En la Estación de Doñana estamos de acuerdo con las energías renovables y los parques eólicos, pero con una buena planificación para este tipo de infraestructuras".

A su juicio, se debería "luchar para que se hiciera una buena planificación de las renovables", que lleve a concentrar los parques "en una zona concreta y dejar el resto de la isla libre de molinos".

El naturalista también plantea otras posibilidades como estudiar las necesidades energéticas reales de la isla, optar por prototipos de molinos sin aspas y apostar por la energía solar.

En caso de instalarse algún parque, sugiere "poner una vigilancia presencial diaria como la existente en el sur de Cádiz con una persona formada por cada número determinado de molinos y con un protocolo de actuación que permita la parada de los aerogeneradores cuando una determinada especie entre en la zona de riesgo o, incluso pararlos en época de reproducción".

Ello no eliminaría el riesgo de colisión de aves, argumenta este ornitólogo, pero evitarían que se volvieran a producir "tristes experiencias" como las del sur de Cádiz, donde hay más de 900 molinos que en "los últimos años han matado a 13 ejemplares de alimoche, ocho de ellos adultos reproductores, en una población de unas 23 parejas en toda Andalucía".

Los molinos eólicos son, a su juicio, el último de los obstáculos con los que le tocará luchar al guirre tras décadas batallando contra el uso de venenos y los tendidos eléctricos, principal causa de muerte aún en Fuerteventura y Lanzarote.

En la actualidad, se ha conseguido concienciar a la población sobre los venenos y se han corregido "bastante los apoyos del tendido eléctrico, a través de la colocación de aisladores en los cables conductores de los apoyos más peligrosos", explica Roldán.

Ahora, una recogida de firmas en la plataforma Change.org intenta parar la proliferación de parques eólicos en Fuerteventura y evitar el potencial daño a una ave incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y en el de Especies Protegidas de Canarias con la categoría de "en peligro de extinción".