La idea era buena. No, soberbia. Llegar a un aeropuerto e ir directamente en ascensor desde la terminal hasta unas piscinas naturales. Un lujo. No solo se pensó, sino que incluso se proyectó, se hizo una maqueta y hasta se realizaron las obras necesarias para hacerlo realidad. Y no, no era tan lejos.

El proyecto de la nueva terminal del aeropuerto de La Palma, inaugurada en julio de 2011, contemplaba la rehabilitación de las piscinas de Las Maretas con un acceso directo desde el aeródromo, con el objetivo de ofrecer a los visitantes la oportunidad de disfrutar del mar antes de volver a sus países de origen o incluso nada más llegar a la Isla. La empresa que ejecutó la edificación en realidad cumplió con lo diseñado y dejó todo preparado. Al menos, todo lo que afectaba al inmueble: las escaleras, el ascensor, una planta o mejor una sala por sus dimensiones, puertas giratorias...

Una visita al aeropuerto permite comprobar qué fue de aquella idea. Hubo un tiempo en el que en el ascensor se llegó incluso a rotular el subterráneo 3 como "acceso a piscinas". Ahora todo se detiene en una planta más arriba, donde se encuentra el parquin principal, justo debajo del que utilizan los trabajadores del aeródromo y empresas de alquiler de coches. Bajando por las escaleras también te encuentras una cinta que recuerda que allí acaba todo, que más abajo no hay nada. La sala construida para llegar a la zona de baño está a oscuras, abandonada pero limpia, con unas puertas giratorias que permiten, si funcionaran, salir al exterior.

Sí, de la zona de llegada de pasajeros hasta la salida al camino que lleva a las piscinas todo está perfectamente ejecutado. Falta ponerlo en marcha... y listo.

Sin embargo, un recorrido por el exterior permite comprobar que a partir de aquellas puertas giratorias que dejan atrás la edificación, acceso oculto debajo de una estructura de cemento y a las que se llega por un "camino" de tierra situado a la altura de la central eléctrica, no se ha hecho nada o casi. Las piscinas naturales están "desde siempre" y su atractivo es indiscutible. Tienen un tamaño considerable, sobre todo una de ellas, y bien explotadas serían un recurso turístico de primera magnitud, pero necesitan una intervención acorde a sus posibilidades.

Las condiciones en las que se encuentra el entorno de las piscina sugiere una regeneración, con un paseo desde el aeropuerto más cómodo, accesible, mayor limpieza, sin descartar incluso la posibilidad de dotar al lugar de un quiosco perfectamente adaptado a las singularidades de un espacio que sí es aprovechado por los lugareños y que tiene además un alto valor etnográfico por sus antiguos pozos y secaderos de altramuces. Se mantienen incluso en pie algunas chozas de piedra seca y cubierta vegetal en las que los mareteros trataban y preparaban este producto previamente a su envasado en sacos.

Visto "in situ" sorprende que este recurso no se explote. Sí, en La Palma todo va más despacio.