En Canarias, alrededor de 2.000 menores cuentan con medidas de protección, de los que más de 850 se encuentran en centros y 1.150 están con familias de acogida, por familias ajenas o extensas -tíos o primos de los niños-, según datos de 2017 de la Consejería de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda.

El acogimiento familiar se realiza cuando un menor no puede ser cuidado de manera adecuada o se encuentra en situación de desamparo, explica Francisco Figueroa, director de la Asociación Sumas, una organización no lucrativa que colabora con la administración pública en este programa.

Esta acción se lleva a cabo hasta que los padres biológicos resuelvan sus dificultades. "El objetivo es que el menor vuelva con su familia", señala Figueroa. Por ello, agrega que mientras están en el programa, los menores no rompen las relaciones con sus padres biológicos.

Para ser familia de acogida hay que cumplir una serie de requisitos. Los acogentes son seleccionados previa evaluación de la administración pública y atendiendo al perfil del menor. En algunas ocasiones, los menores que tienen necesidades especiales deben ser atendidos por familias especializadas, en las que al menos uno de los progenitores tenga una profesión como psicólogo o enfermero. A finales de 2017 había más de 40 familias de este tipo disponibles.

Los perfiles que suelen ser susceptibles a requerir este tipo de atención particular son niños con discapacidad intelectual o trastorno de conducta asociado a problemas de adaptación social, detalla Figueroa. Además, la duración de la acogida también varía: puede ser temporal o permanente -hasta que supere los 18 años-.

El coordinador terapéutico de Sumas, Walter Martín Waló, defiende la ayuda de este tipo de programas sociales, porque "había muchos casos se dan por perdidos incluso antes de empezar a tratar".

No obstante, Figueroa advierte de que es necesario que haya más familias de acogida, puesto que aún hay muchos niños, de más de 10 años, que se encuentran en centros esperando a ser acogidos. "Hace falta gente que quiera involucrarse", añade el director.

Se reduce la brecha

Los menores que residen en centros de acogida han disminuido a medida que pasan los años. Concretamente, a finales de diciembre de 2007 había 1.211 menores en estos centros, mientras que para esa misma fecha de 2017 había 855, lo que pone de manifiesto un descenso a lo largo de los últimos 10 años. "Un menor de tres años no puede estar en residencias", señala Figueroa. Por eso, resalta la importancia de las familias de acogida. Para poder ser parte de este colectivo, se debe comunicar con la asociación o con la propia administración pública, la cual decide si puede ser parte del banco de familias de acogida.