La isla del Hierro, declarada Reserva de la Biosfera, atrapa tanto a locales como turistas. Sus aguas cristalinas, el contraste entre los paisajes volcánicos y la abundante vegetación, así como la amabilidad y cercanía de sus gentes, hacen de la isla más occidental del Archipiélago un entorno ideal para visitar y repetir.

Ejemplo de ello es Arturo Galle, amante de la fotografía y turista habitual de El Pinar desde hace 26 años. Fue en 1972 cuando Galle visitó por primera vez Canarias, prendado de la diversidad que encontró en Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, Tenerife, La Palma y La Gomera. En 1991 viaja a la isla del Hierro y tiene la oportunidad de conocer El Pinar, quedando inmediatamente cautivado por su belleza.

"La tranquilidad, los paisajes y su gente", hicieron del municipio "su gran amor", según las propias palabras de Arturo Galle. El belga no dudó en recorrer el edén piñero, cámara en mano, hasta el año 2007, momento en el que, tras estar desaparecido durante tres días, tuvo que ingresar en el Hospital de El Hierro, en el que permaneció hasta 2008. "Lo que más lamento de aquellos días, aparte de estar tres días sin comer, es que mi cámara dejara de funcionar".

Y es que, El Pinar se ha proclamado, con el tiempo, en uno de los destinos mejor valorados por senderistas y amantes de la naturaleza, que ofrece panorámicas espectaculares desde los miradores del municipio, como el mirador de Las Playas y el del Julan.

Los caminos de La Restinga, Los Pastores, Las Playas, el sendero que lleva a Sabinosa o el camino de Tacorón son algunas de las muchas alternativas de rutas que ofrece El Pinar, en las que turistas y locales disfrutan de un verdadero encuentro con la naturaleza.

El Pinar resulta un entorno único repleto de puntos de interés como el Centro Interpretación Geológica o el Centro Vulcanológico. Además de lugares curiosos como el Faro de la Orchilla, que fue denominado Meridiano 0 durante muchos años, ya que en el siglo II de nuestra era, Ptolomeo situaba en este punto geográfico el fin del mundo.

Todo esto lo sabe bien Arturo Galle que hoy día, con 94 años recién cumplidos, sigue recorriendo El Pinar con la ayuda de su taca-taca. "La floración de la isla es única, ver cómo crecen las plantas entre lava me fascina, al igual que contemplar las nubes bajando por la ladera del Julan y el mar de lavas hacia Tacorón", confiesa Galle, orgulloso de envejecer en tierras piñeras.