Pese a que también tiene marejada interna, CC alardea de que su congreso de marzo lo marcará la transparencia y el debate sobre ideas. Por eso, presenta las 6 ponencias previstas como pilares de su estrategia a medio y largo plazo y, analizando solo la número 3, resulta palpable que hay sustancia, profundidad y perspectiva histórica y científica, por mucho que, como se sabe, del dicho al hecho haya excesivo salto demasiadas veces. Esa ponencia versa sobre la transición que quiere hacer de lo que llama un "nacionalismo administrativo" muy centrado en los logros financieros a uno que emplea términos llamativos que, seguro, crearán satisfacción, sorpresa y alivio en muchos; así como críticas y hasta sonrojo en otros si se atiende a la trayectoria de CC y nuevas leyes como la del suelo.

Lejos de eso, CC quiere entrar en lo que denomina "bionacionalismo" esgrimiendo como una de las claves la nueva normativa de ordenación como herramienta para la sostenibilidad y la adaptación a estos tiempos de calentamiento global y cambio climático (que cree irrefutables), con sus múltiples riesgos ambientales.

Poco le importa que partidos como NC o Podemos presenten ese texto como un peligro precisamente para el desarrollo sostenible y que el PSOE se desmarque ahora, ya fuera del gobierno, del alcance del órgano regional que debe fiscalizar los planes locales para que estudie también los insulares. Para CC, la ley resulta imprescindible para equilibrar el Archipiélago, luchar contra el despoblamiento de ciertas Islas (sobre todo El Hierro, La Gomera y La Palma) o comarcas y reimpulsar un menguante sector agrario, lastrado, en su visión, por la maraña legislativa y los obstáculos para facilitar el uso del suelo.

Los encargados de elaborar esta ponencia, aún pendiente de las alegaciones, han sido los diputados regionales David de la Hoz (Lanzarote) y Guadalupe Taño (La Palma). Bajo el lema de "Pensando en el futuro, una Canarias sostenible", con el título de "Apostar por la sostenibilidad para un desarrollo equitativo" y con el objetivo de afrontar "el reto de hacer posible el futuro", la ponencia no tiene desperdicio. Para empezar, alude a científicos (sin dar nombres) que dan por hecho que la acción del hombre en el planeta, sobre todo en los dos últimos siglos, nos ha introducido en la era geológica del "Antropoceno". Entre otras cuestiones, se resalta que "hoy hay más árboles plantados que silvestres, y más biomasa en humanos y ganado que en todos los demás grandes animales juntos. Nuestra actividad está transformando la morfología de la costa, los ciclos hidrológicos, la química de los océanos y las fluctuaciones del clima", advierten.

Por supuesto, esto afecta más a territorios insulares y CC recuerda que en el Pacífico y el Caribe se multiplican las investigaciones, entre otras cosas porque se alteran los procesos de fotosíntesis de muchas plantas y cambian los ciclos hidrológicos de evaporación y precipitación. Una situación que a CC le preocupa, sobre todo, por el peso del turismo y el desconocimiento general sobre estos riesgos aquí.

Ante esto, la ponencia recomienda pensar de forma "sistémica" y pone a Lanzarote como ejemplo de equilibrio entre lo económico, social y ambiental: un referente de eficiencia, "éxito turístico" y nuevas fuentes de empleo. Por eso, plantea hallar este esquema en cada una de las Islas, con sus particularidades, pero sin depender solo de lo que demanda el turista. Además, se avisa de que la concienciación del visitante asentará cada vez más el "turismo moral, sostenible, el ecoturismo, alternativo, comunitario, cultural...".

En un mundo "hipercomplejo" y de supuestas certezas que se diluyen, CC asume que debe "repensar el nacionalismo" y dejar atrás el de "corte administrativo, preocupado por la financiación o autogestión, la abstracción histórica y de algunas tradiciones, pero que ignora el presente contemporáneo y sus transformaciones sobre el concepto de identidad". De aquí quiere llegar al "bionacionalismo" y al reequilibrio poblacional, para lo que cree imprescindible una ley del suelo que otros la conciben como lo más alejado de lo sostenible, pero que CC resalta por su "protección ambiental y de los espacios naturales", por "simplificar el uso del suelo para mejorar la calidad de vida" y evitar el éxodo rural.

Aunque seguramente otros partidos criticarán a CC por los saltos del dicho al hecho, esta ponencia tercera es valiente y subraya que este tránsito hacia la sostenibilidad va mucho más allá de lo actual, de lo urgente, de la crisis, que se presenta también como oportunidad. Por eso, subraya que "no vale el argumento de que ahora no toca, que los ciudadanos tienen otros problemas más urgentes e inmediatos. Sin duda alguna, los tienen, pero todo lo que suponga solamente parchear ahora y no solucionar determinadas causas estructurales sería una dilación inútil". De ahí que insistan en la necesidad de que, a través de la "reflexión seria y serena, haya cambios profundos, de estructuras y de ordenamiento de la convivencia que, entre otras cosas, requieren de otro anclaje de Canarias en la Constitución que atienda las especificidades. También una mayor integración en la UE y asumir un papel estelar como RUP y como el territorio más poblado de la Macaronesia. Según CC, debemos convertirnos en "locomotora y núcleo de una región natural con enorme potencial de futuro".

La sostenibilidad como marca de Canarias

Ahora que se han puesto de moda eso de las marcas (como la de España), esta ponencia de CC asegura que Canarias también la necesita y ha de fundamentarse en la sostenibilidad y, por ende, en las energías renovables "no como un fenómeno experimental, sino una necesidad que se impone en el corto y medio plazo". Además, la presenta como un valor añadido para la oferta turística. Eso sí, justo después, los ponentes sostienen que "la apuesta por una economía diversificada basada en pequeñas y medianas empresas sumamente ágiles y competitivas, con presencia en los mercados internacionales, así como una agricultura moderna y orientada a la ecoeficiencia, son las claves del éxito", pero no dan muchos detalles de cómo hacerlo. Lo que sí hacen es instar a crear "un nacionalismo de certezas, de decidir entre todos qué espacio queremos ocupar como pueblo en el contexto global".

París, la energía, el agua, residuos, el transporte...

Pese a la actual urgencia social, una tarea inaplazable

Desde luego, CC no duda del cambio climático. Es más, advierte de que, si se incumple el Acuerdo de París y, en 2100, la Tierra es de 3 a 4 grados más cálida, "las consecuencias serán dramáticas y la vida de las generaciones futuras cambiará de manera drástica, con multiplicación de incendios, sequías, huracanes y otros fenómenos climáticos extremos; deforestación, desertización y derretimiento de los polos; inseguridad en la producción alimentaria global y grandes desplazamientos de refugiados climáticos; extinción masiva de especies animales y transformación de la geografía del planeta, con islas y ciudades costeras luchando por sobrevivir a la subida del mar". Ante esto, insiste en la sostenibilidad para "replantear las relaciones de los canarios entre sí y con el territorio (...), con un desarrollo que satisfaga las necesidades de la generación presente sin comprometer las del futuro". Entre otras cosas, aluden al llamado "techo ambiental" (límite máximo en el uso de los recursos disponibles) y el "suelo social" (límite de bienestar social). Además, alertan de la desigualdad social que deja la crisis, sobre todo entre hombres y mujeres, los niños en exclusión o el empeoramiento de los indicadores de igualdad y violencia de género. CC apuesta también por mejorar el transporte público y las comunicaciones (eje interinsular y por más y mejores conexiones externas); por la descarbonización, diversificación, el ahorro de la energía y por seguir ejemplos de autonomía limpia como el de El Hierro frente a las trabas estatales, así como por mayor eficiencia en la gestión y calidad del agua y del tratamiento de los residuos.