La decisión de José Manuel Soria de renunciar a todos sus cargos parece poner fin a la carrera pública de alguien que prácticamente lo ha sido todo en la política canaria y que nunca llegó a apartarse de ella, a pesar de las amplias responsabilidades que asumió como ministro en 2011.

Economista de formación y funcionario del Estado desde 1984, Soria cumplía este año tres décadas de dedicación a la política, a la que llegó en 1986 en un cargo de segundo plano: como asesor del ministro de Hacienda de la época, el socialista Carlos Solchaga.

Sin embargo, su salto al primer plano de la vida pública no se produjo hasta nueve años más tarde, cuando su elección como alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y su evidente parecido físico con José María Aznar comenzaron a abrirle espacios en los medios nacionales.

Soria se mantuvo dos legislaturas como regidor de la capital grancanaria, un cargo que reforzó su peso e influencia en el PP, hasta el punto de colocarlo en primera línea del partido cuando su presidente en Canarias en 1999, José Miguel Bravo de Laguna, dimitió de esas funciones, por sus malos resultados en las autonómicas.

Con el mando del PP canario ya en sus manos -responsabilidad que ha mantenido hasta hoy-, Soria ascendió un peldaño más en su carrera al optar al Cabildo de Gran Canaria, una de esas instituciones canarias en las que un régimen electoral sin comparación en España permite que los ciudadanos elijan directamente al presidente.

En 2007, repitió cargo, pero por poco tiempo, ya que el PSOE logró desbancarlo mediante una moción de censura. Pero el revés que eso le ocasionó en su carrera apenas duró, ya que el PP logró un acuerdo con CC que convirtió a Paulino Rivero en presidente de la comunidad autónoma y José Manuel Soria ascendió otro peldaño más en el edificio político del archipiélago: vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda del Gobierno canario.

Con ese pacto, el tercero en las elecciones (PP) convertía en presidente al segundo (CC) y dejaba sin opciones a la lista más votada, la que encabezaba Juan Fernando López Aguilar (PSOE).

Soria acabó marchándose del Gobierno de Rivero por diferencias políticas con el líder nacionalista -irreconciliables, a la luz de lo ocurrido después-, y volvió a presentarse a las autonómicas de 2011 y las ganó con amplia diferencia (siete puntos de ventaja sobre CC).

Sin embargo, el PSOE le devolvió la moneda de cuatro años atrás y pactó Gobierno con Paulino Rivero, que de nuevo había sido segundo.

Tampoco ese revés detuvo a Soria en su ascenso en la política, sino todo lo contrario. En 2011, lideró la candidatura al Congreso por Las Palmas y consiguió unos resultados históricos para el PP: Canarias aportó al PP nacional casi uno de cada cinco votos adicionales conseguidos por Mariano Rajoy (96.550 de 552.683).

Semejante éxito catapultó a Soria a todas las quinielas de "ministrables". En aquellos momentos, Soria confesaba a varios periodistas de la capital grancanaria que tenía la impresión de que los ministros que acompañaran a Rajoy en el Gobierno no tendrían más remedio que "quemarse" en lugar del presidente, porque la crisis ya apuntaba que habría que tomar decisiones muy impopulares.

No fue su caso, no se quemó. De hecho, no solo ha durado hasta el tiempo de descuento del Gobierno (el período en funciones), sino que hace solo año y medio algunos periódicos de Madrid se referían a él como posible "superministro de Economía" o, incluso, integrante del ramillete de políticos que, quizás, podrían suceder a Rajoy.

Su traslado a Madrid no apartó a Soria del archipiélago: siguió regresando casi cada fin de semana a las islas, se mantuvo fiel a las citas en sus calendarios populares (como los carnavales o la romería de Teror) y ejerció como "ministro para Canarias".

Con el Gobierno canario (CC-PSOE) claramente en frente durante la pasada legislatura (y no solo por las prospecciones petrolíferas), Soria lo explicó con claridad en una rueda de prensa: los asuntos que Paulino Rivero tuviera que tratar con el Ejecutivo central los llevarían el ministro del área correspondiente y él mismo.

Durante todos estos años, Soria se ha visto envuelto en todo tipo de problemas, incluso estuvo imputado en procesos de presunta corrupción, pero siempre salió absuelto. De hecho, su caso ha sido citado varias veces por el PP nacional para aclarar que acusado no equivale a culpable, y que purgar de la política a alguien que solo está imputado puede acabar resultando injusto.

El poder de Soria en el PP canario no ha menguado un ápice en todo este tiempo, pero su estrella comenzó a declinar tras los malos resultados que el partido obtuvo en las islas en las autonómicas y generales de 2015. Sin embargo, entonces dijo que dejar en el barco en esas circunstancias sería de cobardes y que él estaba dispuesto a seguir al frente (y solo un parlamentario regional, Miguel Cabrera Pérez-Camacho, se atrevió a pedirle la dimisión).

Hoy, Soria ha decidido dejar todos sus cargos políticos y hacerse a un lado, tras las informaciones que le vinculan con sociedades opacas constituidas en dos paraísos fiscales: Bahamas y Jersey.