La organización ecologista Ben Magec ha acusado al Gobierno de Canarias y al Cabildo de Tenerife de bloquear el desarrollo de las energías renovables por su apuesta por la implantación del gas natural, para lo que se construirá una planta regasificadora en el puerto de Granadilla.

El vigente plan energético de Canarias establecía el objetivo de que en las islas la generación eléctrica con energías limpias fuera del 30% en 2015, pero sólo se ha llegado al 6%.

A pesar de eso "el Gobierno y el Cabildo de Tenerife están muy de acuerdo en bloquear" el desarrollo de las energías limpias y quieren empezar a construir la planta gasística en 2016, denuncia Ben Magec.

El coste del gas para la isla no será sólo el bloqueo de las energías renovables, sino los costes de inversión, el precio en alza del gas natural licuado y la construcción del puerto de Granadilla.

"La única justificación que persiste" para "la innecesaria culminación" del puerto de Granadilla es introducir el gas, aseguran los ecologistas.

Además, agregan, dada la rigidez de los ciclos combinados diseñados para Canarias, se impediría una capacidad de regulación adecuada para la penetración de energías renovables en el sistema.

Ben Magec detalla que la energía eólica tiene un potencial de más de 30 veces el consumo actual de Canarias, aunque a corto plazo, con la tecnología disponible, se puedan instalar unos 2.500 megavatios.

"También disponemos de sol aprovechable mediante colectores de energía fotovoltaica y térmica, además de todo el potencial de la geotermia, que funcionaría las 24 horas de día de los 365 días del año, o incluso de la maremotriz", agrega Ben Magec.

El grupo ecologista afirma que el gas no supondrá ningún beneficio ni aportará mayor seguridad a la red y dado su precio no sólo no resuelve el déficit tarifario sino que lo aumenta considerablemente.

Ben Magec también señala que hay que evaluar el impacto en el cambio climático de todo el proceso del gas: la extracción; el refinado, que libera azufre y CO2; el costoso proceso de licuefacción hasta llegar a 162 grados centígrados bajo cero; el transporte; su vuelta a temperatura ambiente en las regasificadoras; y finalmente su quemado para producción de electricidad, con eficiencias que no alcanzan el 50%.

"Una sola molécula de gas natural licuado, que es metano puro, es 21 veces más peligroso para el cambio climático que las emisiones de CO2 producidas en la quema de las instalaciones actuales", asegura Ben Magec.

Los ecologistas defienden que se apueste por el uso de energías renovables, que es directo y descentralizado y sin tantos costes en infraestructura y pérdidas.