Los recortes del Gobierno canario tienen nombre y apellido, en este caso, el de Cristo, un joven dependiente que ha quedado fuera del sistema público de enseñanza al cumplir los 20 años y no tiene una plaza residencial, a pesar de que existen tres libres en el centro especial de San Juan de Dios, según le comunicaron ayer a Rosi Granero, madre de Cristo, que vio "los cielos abiertos" cuando desde el IASS (Instituto de Atención Social y Sociosanitaria) del Cabildo tinerfeño le ofrecieron esa posibilidad "por tratarse de plazas del Gobierno", tal y como manifestó Granero, quien asegura que fue engañada porque "resulta que cuando acudí ayer a la Consejería de Bienestar Social del Gobierno canario para confirmar lo que me comunicaron desde el IASS, allí me dijeron que son plazas privadas a las que no tengo derecho", precisó Granero con pena.

Esta tinerfeña estaba ayer destrozada: "Me han engañado", precisó.

Además, señaló que cuando volvió a llamar al IASS para pedir una explicación, le ofrecieron internar a su hijo en el Hospital Psiquiátrico, "que no es el lugar adecuado para mi hijo, porque no tiene una enfermedad mental, como demuestran los informes psiquiátricos".

La presidenta de la Asamblea Sociosanitaria de Canarias, Concepción Pérez, indicó que ella fue testigo de la promesa realizada desde el IASS a Rosi Granero.

En su opinión, "la caótica actuación de las Consejerías de Educación y de Bienestar Social del Gobierno canario y del IASS (dependiente del Cabildo de Tenerife) obliga a muchas familias con pocos recursos a pasar por el calvario de la desesperación y la vida en precario".

Según Pérez, "estos organismos abandonan a los dependientes, los dejan fuera del sistema público, privándoles de la escasa protección que han recibido de pequeños por parte de la administración pública.

Estas familias sufren a diario la problemática sangrante de cuidar a un familiar como Cristo, "que se rebela contra su madre, culpándola de que no asista a los talleres que ha realizado durante años en el Hermano Pedro".

Así lo explicó ayer Rosi Granero, quien precisó que su hijo, "desde que se levanta hasta que se acuesta, demanda el colegio que ha tenido hasta el año pasado y me culpa a mí por no llevarlo a las clases y actividades que llenaban sus días".

Agresiones inevitables

Granero ha sufrido agresiones serias por parte de su hijo, que mide casi dos metros y tiene la fuerza propia de un chico de 20 años con un cuerpo sano.

Esta madre asiste a rehabilitación diaria, debido a una lesión que tiene en el cuello, fruto de uno de los golpes de Cristo, que no controla sus movimientos.

Por la misma causa también tiene una lesión en un ojo.

Ella hace todo lo que puede por su hijo Cristo, que se levanta preguntando por sus profesores y por los talleres que realizaba en el Hermano Pedro, donde ha permanecido desde los nueve años.

Cristo nació prematuro, a los cinco meses y medio, "pero sano", afirma su madre, y pasó un tiempo en la incubadora del Hospital La Candelaria, "de donde salió con un retraso profundo y ciego, por una arteria del cerebro lesionada a causa del exceso de oxígeno", tal y como explicó Granero.

Este periódico publicó el pasado mes de septiembre la queja de dos madres, una de ellas Rosi Granero, ante la escasez de plazas en centros residenciales para los chicos con un elevado grado de dependencia, que, a pesar de haber estado desde niños en el plan de educación del Gobierno canario, en régimen interno, tienen que volver a su casa cuando cumplen los 21 años, edad en la que termina la escolarización para ellos.

La presidenta de la Asamblea Sociosanitaria de Canarias recalca que esta situación es insostenible, "sobre todo cuando existen plazas, aunque sean privadas, como las que están disponibles en San Juan de Dios", y culpa al Gobierno canario de no llevar a cabo el concierto de más plazas "amparándose en la crisis".

Tanto Rosi Granero como otras madres en su misma situación aseguran que ellas han visitado algunos centros especializados, como el de La Victoria, del proyecto "Quiero ser como tú" o el "Proyecto Chamarta", en el municipio de La Laguna, en el que podrían estar estas personas, pero a ellas les resulta imposible dejar a los chicos de forma privada, "porque supone un desembolso imposible para una familia con pocos recursos, como la mía".

"No pido caridad"

Según Granero, "sólo se sabe lo que supone estar todo el día con una persona como Cristo, que necesita una ayuda que no se le puede dar en casa".

Recalca que no pide caridad, "porque no solicito que me regalen nada, sino que sólo reclamo que nuestros hijos tengan garantizados sus derechos, como cualquier persona, para lograr calidad de vida".

A esta situación se suma que tanto Rosi como las madres de otros compañeros de su hijo son divorciadas y no cuentan con la colaboración del padre para sacar adelante a los dependientes.

"Por muchos números que se hagan no llego a fin de mes", asegura Rosi Granero.

Desde que su hijo salió del Hermano Pedro, el pasado mes de julio, se tiene que dedicar a tiempo completo a la atención de Cristo.

Añadió que lleva cinco años reclamando por escrito una plaza residencial para su hijo, teniendo en cuenta que ella está sola y que tiene una minusvalía del 43%.

La asamblea reclama ayuda porque "estas familias son víctimas de maltrato psicológico por parte de la administración y en algunos casos hasta sufren agresiones por parte de sus hijos, que presentan agresividad", dijo Pérez.