EN ÉPOCA de crisis, lo cual es mucho peor, se tendrán que poner las pilas las instituciones para reparar los daños de los temporales que han azotado las islas, cuatro en el mes de febrero y otro, más lejano, el del Norte de Tenerife, antes de Navidad.

Carreteras cortadas, varios barrios semiincomunicados y daños en propiedades particulares y mobiliario público, daños muy graves que han afectado con dureza a las islas. Unas islas que eran muy parcas en desgracias naturales, pero que se van acostumbrando. Este es el resumen de la cosa.

Y la verdad es que las infraestructuras no han resistido mal los embates del agua y del viento. Los hemos vencido. La prudencia de la gente ha logrado que los daños personales no hayan sido graves, pues sólo se ha registrado un fallecimiento en medio de las riadas y ventiscas; un fallecimiento muy lamentable, por supuesto.

Ahora toca la tarea de volver a limpiar los barrancos, reconstruir las vías dañadas, reparar desagües y alcantarillados de pueblos y ciudades y reponer el mobiliario urbano destrozado. Gran parte de la señalización de nuestras carreteras ha resultado perjudicada y edificios públicos y privados han sufrido efectos apreciables. Es de esperar que los ciclones y las tormentas tropicales y todo eso nos dejen tranquilos por una temporada. Por lo menos que nos den tiempo a coger aliento ya reparar los daños.

Todos estos fenómenos han servido para comprobar que los servicios de emergencia funcionan y el papel importante de los medios informativos canarios, sobre todo de las radios, en la labor de aviso y prevención de la ciudadanía. Una vez más, han dado el callo. También han servido para demostrar que los medios públicos de nuestra Autonomía -su radio y su televisión- han funcionado bien. Y esto es bueno.

Ha sido un mes de febrero durísimo y lleno de sobresaltos, de alertas naranjas y rojas y de recomendaciones de prudencia. El mejor entrenamiento para una población que no estaba acostumbrada a estos eventos. Pero los tiempos descambiados nos van a someter a un cierto estrés en el futuro, así que es preciso estar entrenados para salir airosos de una lucha previsible contra la Naturaleza.

Las islas, agitadas por la lluvia y por el viento. Quién lo diría en este remanso de paz. Pero también hemos disfrutado en lo que va de invierno de más días de sol que nunca, así que no todo ha sido malo y esto el turismo lo sabe.