El aumento de la presión demográfica, el desarrollo turístico descontrolado, los vertidos y las ampliaciones portuarias son algunos de los principales factores que tienen los espacios naturales canarios sometidos a un impacto sin precedentes.

En un informe que la organización ecologista Greenpeace ha desarrollado tras analizar 84 espacios protegidos en las siete islas, se han catalogado 14 de ellos como muy amenazados. "A pesar de tener más de 600 km de costa protegida, las administraciones canarias no se preocupan de que esta protección sea real", señala Greenpeace en este documento.

Isla de La Palma.- La inclusión de la totalidad de la isla en la Reserva de la Biosfera declarada en 1983 debería haber permitido extender los principios de sostenibilidad a las zonas urbanas y rurales, causantes del impacto sobre los ecosistemas naturales. Sin embargo ya hay proyectados cinco complejos hoteleros con campo de golf y seis puertos deportivos.

Teno-Rasca.- Vertidos de escombro, extracción de arena para la regeneración de playas, aguas residuales, tráfico marítimo, salmueras procedentes de desaladoras... son algunos de los impactos a los que está sometida esta franja costera de Tenerife declarada Reserva Natural. Se estima que el volumen de agua residual que se vierte en esta área supera los 200.000 metros cúbicos diarios, y que menos del 1% está legalizado o cumple con la normativa vigente.

Acantilado de la Culata.- Un paisaje declarado, también en Tenerife, de gran valor escénico que alberga restos de bosques termófilos de gran interés científico y especies amenazadas como el cabezón podría desaparecer si se ejecuta el denominado "anillo insular".

Sebadal de San Andrés.- Una pradera, fundamental para la cría, alevinaje, reproducción y alimentación de organismos marinos, que se extiende desde la dársena pesquera del puerto de San Andrés hasta la playa de Las Teresitas; cuenta hoy con menos de seis hectárea, mientras que en 1997 ocupaba más de 90.

Sebadales del Sur.- Uno de los ecosistemas marinos más importantes de las Islas, que alberga un sinfín de especies de interés pesquero y más de 50 especies catalogadas como muy amenazadas, se encuentra al borde su destrucción bajo la presión del proyecto del puerto industrial de Granadilla. La construcción de este puerto, que constituye el pilar del nuevo Plan Energético de Canarias para llevar gas natural a las islas, además supondría la desaparición de seis kilómetros de las mejores playas de Tenerife, según Greenpeace.

Playa del Cabrón.- Otro sebadal amenazado por la ampliación de un puerto: el de Arinaga, en Agüimes (Gran Canaria). El proyecto incluye una regasificadora que será foco de contaminación química y térmica en este espacio natural, fundamental por la biodiversidad que alberga y por ser refugio para la cría de numerosos recursos pesqueros.

Juncalillo del Sur.- Una franja costera de Gran Canaria cubierta de charcas naturales que frecuentan multitud de aves migradoras. Este espacio presenta todas las características para ser el refugio perfecto de las aves, excepto la calma. A menos de un kilómetro se encuentra el vertedero, que aumentará su capacidad en 6 millones de metros cúbicos, y se está construyendo una cárcel de 180.000 metros cuadrados.

Maspalomas.- Esta Reserva Natural Especial, también en Gran Canaria, constituye una amplia franja marina que se caracteriza por un extenso campo de dunas y por unos fondos marinos extremadamente ricos. El área soporta una fuerte presión de los núcleos turísticos que la rodean. Bañistas, excursiones en dromedario e incluso vehículos se adentran frecuentemente en las dunas. Estos impactos provocan la pérdida de más de 44.000 metros cúbicos de arena al año.

Mogán.- Una franja marina que constituye una amplia plataforma marina que alberga un variado número de ecosistemas y constituye una de las zonas más productivas de Canarias. En su lecho encontramos praderas de sebadales muy frecuentados por la tortuga boba. Sin embargo, según Greenpeace, no existe una continuidad ecológica con el medio terrestre, ya que se ha dejado un hueco de 300 metros entre la tierra y el mar sin proteger y ya hay proyectado un puerto deportivo y 3.500 nuevas camas turísticas.

Bahía de Confital.- La urbanización del istmo de Guanarteme obstaculiza el paso de la arena y provoca que se deposite en el lado de la playa de Las Canteras. Aquí se encuentran los únicos sebadales del norte del Archipiélago. Sin embargo unos 54.000 metros cuadrados han muerto ya sepultados. Este istmo, antes de que se urbanizara, fue un campo de dunas que unía las montañas de La Isleta con el resto de Gran Canaria.

Área Marina de la Isleta.- Las aguas de este espacio protegido se encuentran fuertemente afectadas por la actividad del puerto de Las Palmas, uno de los más grandes del Archipiélago. La masa de agua del puerto se ha catalogado como "muy modificada", debido a que contiene hidrocarburos aromáticos, metales pesados o aceites.

Jinámar.- Este pequeño espacio de Gran Canaria alberga, destaca Greenpeace, una gran diversidad de especies vegetales, entre las que resalta la hierbamuda, un endemismo muy amenazado, que ahora tiene que convivir con el nuevo centro comercial Las Terrazas, el más grande de Canarias, que además contará con 3.500 plazas de aparcamiento. Junto al centro comercial se está construyendo el Parque Marítimo de Jinámar, el mayor complejo comercial de Canarias con 180.000 metros cuadrados de superficie y una inversión superior a los 600 millones de euros.

Corralejo e Isla de Lobos.- Una extensa zona de dunas y playas arenosas, y un islote que se une a Fuerteventura a través de una plataforma marina tapizada de sebadales. El desarrollo urbanístico en este entorno está generando un enorme impacto y la Ley de Costas deja impunes a los grandes hoteles, recoge el informe.

Isla de Lanzarote.- Desde 1993 la isla de Lanzarote entera, incluidos sus núcleos de población, está declarada Reserva de la Biosfera. Pese a esta consideración en 2007, 22 hoteles perdieron su licencia ya que una moratoria urbanística del año 2000 limitaba las plazas turística y los ayuntamientos de Yaiza y Teguise se saltaron la prohibición, denuncia Greenpeace. Además, estos complejos hoteleros recibieron, hasta 2002, al menos 36,5 millones de fondos europeos de ayuda a las zonas deprimidas.