AFINALES de mes estará aquí el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. ZP siempre tiene la misma cara. Esta es una ventaja. Quiero decir que le da igual lo que ocurra en el país; él siempre le echará la culpa al PP. Pero lo cierto es que España se quema y Canarias no digamos. Pronto estaremos en el 30% de paro, más de un cuarto de millón de canarios pasa hambre y el doble llega con dificultades a final de mes. Sólo los funcionarios se escapan de la quema, porque siempre cobran lo mismo; y a este paso los parados, los que perciben el subsidio, vivirán mejor que los empresarios que han cotizado por ellos, muchos de los cuales han tenido que cerrar sus empresas. Es decir, estamos ante un mundo al revés.

Zapatero viene aquí a contentarnos con migajas; no se han bajado las tasas aéreas para él anunciarlo en su visita; los planes que dice que tiene para relanzar el turismo son mentira. Aquí la única verdad es que recibimos un 17% menos de turistas en las Islas, y no por culpa de las crisis ajenas, sino porque se han ido a otra parte. Zapatero no hablará de los menores inmigrantes (a cinco millones de las antiguas pesetas por barba nos cuestan a los canarios); tampoco hablará de la deuda sanitaria que el Estado mantiene con Canarias; ni de que se están tirando los plántanos a los barrancos por falta de mercados en los que venderlos. Zapatero vendrá aquí a contar sus milongas mentirosas, sus cuentos chinos. Ni siquiera hablará de cuántos créditos ICO han negado los bancos a empresarios isleños en apuros, sencillamente porque los créditos ICO son una filfa.

Y para eso es mejor que no venga. Que se quede donde está. Que no humille más a la colonia. Que no nos tome más el pelo. Que no pise con sus zapatones nuestro solar, tan hartos sus habitantes de promesas incumplidas, de engaños, de zarandajas electorales, de monsergas y de verdades a medias.

Pero si viene, yo espero que nuestros políticos y nuestros ciudadanos no hagan de culichichis. Que no le doren la píldora ni corran detrás de él como varones y hembras domados. Que el presidente de nuestro Gobierno se le plante, le haga cara, le pregunte por qué a Cataluña sí y a nosotros no. Le hable de nuestros deseos de convertirnos en un país libre, en una nación. Que no tenga miedo a la prepotencia socialista ni crea en las patrañas de Zapatero y de sus ministros (parece que va a traer unos cuantos). ¿Para qué, para que quien nos engañe no sea uno sino varios? Esta tierra está escamada, harta, con ganas de entonar un grito de libertad. Y espero que ese momento llegue y así las visitas de Zapatero, o de quien esté en su cargo, sean viajes de un jefe de Gobierno extranjero. Tengo muchas ganas de ver ese momento y espero que no tarde.