«Pájaras», por Cristo Hernández

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SECCION: CRÓNICA AMARILLA

TÍTULO: Pájaras

AUTOR: Cristo Hernández

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En el argot del ciclismo, se denomina “pájara” a una situación de agotamiento físico excesivo producido por la falta de energía suficiente para afrontar un esfuerzo, generalmente de gran intensidad. De repente el cuerpo se queda sin fuerzas y no queda otra que aflojar el ritmo y rendirse a la evidencia de que hoy no es el día.

Los anales del ciclismo están plagados de pájaras míticas, como aquella de Perico Delgado en el Tour del 83 cuando era favorito para arrebatarle el maillot amarillo a un Fignon que lo distanciaba en un minuto y el segoviano terminó perdiendo veinticinco en aquella histórica etapa camino de Morzine.

El Iberostar Tenerife está abonado a las pájaras en lo que lleva de andadura tras su reingreso en el Club Social ACB, del que forma parte por derecho por ser socio fundador. El año del ascenso tuvimos la “pájara del novato” y venimos a estrenarnos en la séptima jornada de liga. La temporada siguiente, es decir la pasada, volvimos a tener una nueva pájara tras la clasificación para la Copa del Rey, la cual nos duró otras nueve jornadas.

No pretendemos ser pájaros de mal agüero, pero lo que pudimos observar en el partido que los aurinegros perdieron ayer frente al Bilbao Basket (68-85) fue una pájara en toda regla que no tiene que ser presagio de catástrofes deportivas si se toman las medidas que hay que tomar.

El equipo aurinegro empezó dominando el parqué del Santiago Martín y se marchó al primer descanso de dos minutos con una diferencia de cinco puntos merced a un triple de Ricardo Úriz sobre la bocina.

Pero a partir del segundo cuarto, el equipo empezó a perder fuelle poco a poco hasta caer derrotado por 17 puntos de diferencia con una exhibición de impotencia total, especialmente en el último cuarto donde “el golpe contra el muro” fue definitivo.

¿El partido de ayer debe preocupar al aficionado canarista, pero sobre todo a los que mueven los hilos de este club? Depende del análisis que quiera hacer cada uno. En nuestro modesto entender, el equipo ayer estaba cansado, física y psicológicamente. Daba la impresión de que no se había recuperado del puente aéreo Tenerife-Badalona-Tenerife y había acusado el esfuerzo del durísimo partido disputado ante el FIATC Joventut. Especialmente, nuestros pívots.

El Bilbao Basket, que ha configurado para esta temporada una plantilla muy competitiva que aúna juventud y veteranía, no hizo nada del otro martes para llevarse la victoria, salvo aprovechar las jornadas de puertas abiertas en la zona aurinegra, sobre todo a partir del juego elaborado por sus bases (Colom y López) que sumaron 28 puntos entre los dos.

Los nuestros estuvieron batalladores a lo largo del partido, pero con más ganas que fuerza. Con más voluntad que efectividad. Algunos de los nuestros empiezan a evidenciar síntomas de cansancio y a lo mejor habría que analizar si en algo tienen que ver las rotaciones que está realizando Alejandro Martínez que, por ejemplo, cuenta para los partidos con solo tres de sus cuatro hombres altos.

Ayer no jugaron Tsairelis ni Jaime Heras. Sekulic (en un día para olvidar, tal vez el mayor damnificado del partido del domingo) jugó 33 minutos y Sikma, otros 28. Los motivos que mueven a un preparador para tomar estas decisiones son sagrados, son decisiones técnicas que se toman en el momento y ya está. Luego viene la lectura fría a posteriori.

Nosotros simplemente nos preguntamos en qué contribuye a su aportación al equipo que un jugador permanezca sentado en el banquillo y en qué contribuye a su confianza personal, adaptación al medio físico y lingüístico o como lo quieran llamar desde la directiva, que un jugador profesional tenga como objetivo en su carrera entrenar y realizar el calentamiento de los partidos oficiales.

Todavía estamos a tiempo de corregir y reajustar. El Iberostar Tenerife es un equipo que debe aspirar a todo desde la modestia y el trabajo que siempre nos ha caracterizado y por lo cual somos modelo a seguir en esta liga. Aquí jugamos todos y las vistas desde el banquillo no pueden ser tan diferentes a las que se observan desde la grada.

¡VAMOS CANARIAS!

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