«La ley del talión», artículo de Cristo Hernández

_MSM Richotti.

SECCIÓN: CRÓNICA AMARILLA
TÍTULO: La ley del talión

AUTOR: Cristo Hernández  http://cristohernandez.blogspot.com.es/

cristo hernandez

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«Ojo por ojo y diente por diente. Así rezaba una de las leyes más antiguas que ha ingeniado el ser humano desde tiempos inmemoriales, con la cual pretendía imponer un castigo idéntico a la magnitud del crimen a todo aquel que cometía un delito.

En el partido celebrado el pasado domingo en el Pabellón Santiago Martín entre el Iberostar Tenerife y el Gipuzkoa Basket, con victoria de los locales por 77-68, asistimos a una inédita aplicación de esta antigua ley, que no se conocía desde aquellos tiempos originales del Código de Hammurabi.

Estamos hablando de la actuación de quienes deben velar, sin oportunismos ni injerencias, por el buen desarrollo de un partido de baloncesto conforme a unas normas establecidas de mutuo acuerdo en la pretemporada.

Cualquier actuación humana, en el terreno que sea, está expuesta a los errores que lleva consigo su propia naturaleza. Un árbitro se puede equivocar no pitando un desplazamiento en el bloqueo (como hacía constantemente el Gigante Verde Doblas) como un mecánico se puede equivocar apretando un tornillo o como yo me puedo equivocar explicándoles a mis alumnos dónde está el sujeto de la oración.

Por eso hoy no queremos hablar aquí de los errores arbitrales, humanos y no forzados, que son absolutamente perdonables y asumibles en cualquier disciplina deportiva y que, incluso, forman parte de ella. Hoy nos queremos referir a esos otros errores, completamente forzados, compensatorios, del yo te pito aquí pero tú no te preocupes que luego te pito allí otra igual.

El partido entre tinerfeños y guipuzcoanos nos recordó al disputado contra el Manresa quince días atrás en el mismo escenario: un partido donde los visitantes jugaron en defensa a hundir la flota enemiga a través de un juego bastante duro, rayano en lo antideportivo, especialmente en el interior de la zona, donde los aurinegros partían a priori con evidente ventaja.

Si a eso añadimos la falta de tensión de los insulares durante algunas fases del juego y la actuación arbitral, que quiso disfrutar también de su trozo del pastel mediático, el partido llegó al final del tercer cuarto con un empate a 55 tantos y con todo por resolver.

Cuatro faltas consecutivas de los jugadores de Posarnau en tan solo dos minutos, les obligaron a bajar la tensión defensiva; hecho que los tinerfeños supieron aprovechar para marcharse definitivamente en el marcador que esta vez no dio razones para el sobresalto final.

Los niños (y no tan niños) que superaron, una vez más, la cifra de los cuatro mil pudieron disfrutar, sin miedo al atraganto, de las golosinas que el Papá Noel aurinegro de la Peña San Benito había repartido en el descanso del encuentro.

Sin ánimos de cebarnos en este aspecto del partido, los árbitros no estuvieron a la altura de un espectáculo deportivo como el que se celebra cada fin de semana en cualquiera de las canchas de la Liga Endesa. Pitaron de una forma desafortunada, aplicando la ley del talión tanto para un bando como para otro, y fueron decisivos en el despegue aurinegro en el último cuarto porque pitaron como tenían que haber pitado desde un principio.

El espectáculo sobre el parqué deben darlo los jugadores. El público, en las gradas. Un árbitro forma parte del espectáculo cuando se limita a hacer su trabajo: cuando llega el final del partido y nadie se acuerda de ellos. Esa debe ser la mayor gloria a la que debe aspirar quien lleva sobre su pecho la responsabilidad del silbato.

¡VAMOS CANARIAS!