«Molinos de viento», la crónica de Cristo Hernández

Sección:  CRÓNICA AMARILLA

Título: MOLINOS DE VIENTO

 Autor: CRISTO HERNÁNDEZ

cristo hernandez

«Si don Miguel de Cervantes viviera y hubiera asistido esta mañana al partido disputado entre el Iberostar Tenerife y el FC Barcelona, habría abierto su propia crónica amarilla escribiendo algo parecido a lo siguiente: “En esta mañana del día del Señor, insulares y catalanes se enfrentaban en desigual combate. Las huestes de Amílcar Barca superaban en número y envergadura al gallardo ejército de Bencomo, donde descolló por su porte y entrega el Guerrero de la Rubia Cabellera…”

Esta hubiera sido una buena arrancadilla periodística para un partido que transcurrió y terminó como la gran mayoría de los espectadores, que casi llenaron el Pabellón Santiago Martín, podía esperar: una victoria visitante frente a un equipo local que plantó cara hasta el último instante a pesar de lo que pueda demostrar la diferencia de puntos en el marcador final (66-80).

En deporte no hay nada escrito, no existen biblias deportivas ni catecismos que los respalden. Sólo sangre, sudor y lágrimas. Pero hoy por hoy se nos antoja casi imposible sorprender a un equipo como el FC Barcelona que cuenta entre sus filas con jugadores de reconocido prestigio deportivo y caché económico. Se tienen que cumplir demasiadas premisas para llevarse el gato blaugrana al agua.

Porque los aurinegros no luchaban sólo contra la Historia y contra un cheque en blanco, sino que, por si fuera poco, partían con otro hándicap añadido en el juego interior, faceta en la que el equipo de Xavi Pascual cimentó su quinta victoria de hoy en la Liga ACB. Blagota Sekulic saltaba al parqué vestido de paisano para decepción de quienes llevábamos toda la semana soñando con tumbar a Goliat.

Con semejantes mimbres, el Iberostar Tenerife tuvo que afrontar el encuentro con un equipo, hasta cierto punto, de circunstancias. Me imagino que las variantes tácticas que hoy presentó Alejandro Martínez no se improvisan en los niveles de competición en los que se mueve y que sus alumnos se traían la lección aprendida de los entrenamientos diarios.

Pero el juego interior del FC Barcelona es mucho juego interior para plantarle cara con “cuatro pequeños”, situación que se repitió durante gran parte del partido. La táctica era buena mientras los catalanes no sobrepasaran la línea de presión exterior y los nuestros pudieran robar balones o propiciar malos tiros del rival. Pero en cuanto se rompía esa primera línea defensiva, los blaugranas siempre encontraban demasiadas facilidades en un balón dividido o en “1×1” en los que el espigado Marcel Lampe disfrutó como un enano.

A Alejandro Martínez le gusta apostar por el riesgo, tanto en ataque como en defensa, pero a veces las cosas no salen. O salen solo a medias. El equipo aurinegro produjo, una vez más, buenas sensaciones en ataque, pero se enfrentaba a molinos de viento que se alimentaban de la pirotecnia canarista para luego transfigurarse en gigantes bajo el aro local.

Frente a molinos y gigantes, hoy no bastaba con el partidazo del Guerrero de la Rubia Cabellera, que bien se merece un poema épico. O unos Cantos Canarios.

 ¡VAMOS CANARIAS!