Solobasket.com habla del basket CA-NA-RIO

Nadie puede poner en duda que en estos momentos el baloncesto canario está comenzando a vivir una Edad de Oro que resuena con fuerza en una sociedad acostumbrada al deporte de los goles y el fuera de juego. Esta premisa hace unos años era una quimera, el Gran Canaria daba sus primeros pasos para asentarse entre la élite del baloncesto español y el Canarias, por su parte, luchaba por convertirse en una alternativa en la lucha por el ascenso a la ACB. Ni al más visionario se le habría ocurrido pensar por aquel entonces que, a día de hoy, íbamos a vivir un derbi que despertara tanta expectación como el del próximo domingo, con alicientes muy interesantes y con la televisión nacional de por medio, en definitiva el derbi más espectacular e importante de la historia del baloncesto insular. 

Aquellos duelos entre Náutico y Canarias eran un evento de masas en la isla de Tenerife

Los más nostálgicos recordarán aquellos enfrentamientos entre el propio Canarias y el Náutico de Tenerife, una rivalidad ferviente, titánica, que desplazaba a sus aficiones de una ciudad a otra en una isla donde la pasión por el baloncesto siempre ha estado presente. Esos duelos fueron muy atractivos y escribieron una etapa en letras de oro para el baloncesto de las islas, pero más concretamente para el baloncesto tinerfeño. Ahora mismo, esa rivalidad ha perdido toda la miga que tenía, de tal modo que el Náutico se ha convertido en el equipo vinculado del Canarias en la Liga EBA, pero los aurinegros han encontrado otro equipo con el que rivalizar y, además, un espejo donde mirarse.

Durante aquel momento de la historia del baloncesto canario, mientras aquellos dos equipos se enfrentaban en derbis muy calientes, en la isla de enfrente había un equipo que peleaba por hacerse un hueco en la mejor liga de baloncesto de España. Un proyecto joven, que no alcanzaba los treinta años de vida y que intentaba restarle importancia al mundo de fútbol, algo que, a día de hoy, no ha cambiado demasiado. Los pioneros que pusieron la primera piedra para que el baloncesto en Gran Canaria tuviera sentido veían crecer los frutos de tanto esfuerzo y así alcanzaron la gloria en el año 1985 logrando el tan ansiado ascenso.

Alejandro Martínez se ha convertido en toda una leyenda en Tenerife

Sin embargo, la historia dio un vuelco por completo. La situación se revertía y el Canarias descendió en 1991 para no volver, y el Gran Canaria, tras una década de lucha, consiguió su último y definitivo ascenso a la ACB. Después de aquello todo se trastocó, los aurinegros veían como su equipo iba perdiéndose poco a poco por las divisiones inferiores de nuestro país quedándose, nada más y nada menos, que quince años vagando por unas categorías más bien amateur, en el olvido para la gran mayoría de aficionados. Por ello, el club depositó su confianza en un entrenador de la tierra que, con esfuerzo, paciencia y mucha entrega conseguiría devolver al Canarias al lugar donde merece.

Alejandro Martínez peleó como nadie, se las vio y deseó para hacer que el equipo saliera de aquel infierno en el que se había metido y tras muchos años intentándolo lo consiguió. Consiguió reflotar a toda una institución en Tenerife y en La Laguna como el CB Canarias, a uno de los equipos que firmaron el acuerdo para transformar la liga española en la ACB. Alejandro Martínez, Ale para la gente que le conoce bien, es un héroe al que habría que ponerle un monumento en el Santiago Martín.

No muy lejos de allí, el Gran Canaria iba asentándose entre los equipos de arriba. A la isla llegaron nombres de buena tinta como Gregg Stewart, John Morton o Albert Burditt, que convertían los partidos del Centro Insular de los Deportes en puro espectáculo. La afición por el baloncesto comenzaba a crecer en la isla, los amarillos no llegaban a alcanzar nunca los Playoff o la Copa del Rey pero se mantenían en la categoría aferrándose al buen ambiente del CID.

Berni Hernández fue protagonista de la primera participación en la Copa del Rey del Gran Canaria

Aquellos años de duro trabajo dieron sus frutos cuando un grupo de jugadores comandados por Manolo Hussein se plantaron en la Copa del Rey de Vitoria en el año 2000 con ganas de hacerse notar y de dejar huella. Aquella gesta no fue algo pasajero, los grancanarios se acostumbraron a codearse con los más grandes, a dejar a equipos como el Real Madrid, Barcelona, Tau Vitoria o Joventut de Badalona con una mano atada a la espalda cada vez que visitaban la isla. Cada año, de la nada, los insulares sacaban un equipo en condiciones para competir y traían jugadores que luego harían carrera en otros equipos de más renombre.

El tiempo pasaba y el Granca, como es conocido en toda España, seguía entre los mejores pero tenía ante sí un muro difícil de superar. Los amarillos no conseguían pasar de cuartos de final, ni en la Copa del Rey ni en los Playoff, algo que se había convertido en más que una maldición. No obstante, después de realizar la peor temporada en una década para los grancanarios, la historia les devolvería aquella que les debía después de tanto tropezón con la misma piedra. Un equipo de bregadores, dirigidos por Pedro Martínez, harían de Vitoria y del Fernando Buesa Arena su santuario particular, rompiendo en una sola temporada ese enorme muro realizando la mejor temporada en sus casi cincuenta años de historia.

El domingo podremos ver el que quizás sea el mejor derbi canario de la historia

Gran Canaria y Canarias, Canarias y Gran Canaria, dos historias diferentes pero con caminos paralelos, que se han vuelto a encontrar en esta Liga Endesa. Este domingo viviremos un nuevo derbi que seguramente se convertirá en uno de los más especiales de todos los tiempos. La historia ha querido que ambos conjuntos lleguen a esta cuarta jornada invictos, como segundo y tercer clasificado, haciendo un baloncesto de calidad y con el ánimo por las nubes. Asimismo, podremos disfrutar de un duelo muy interesante entre Nacho Martín y Blagota Sekulic, los dos mejores jugadores de la competición hasta el momento y también será el último derbi en el CID, antes de que, tristemente, cierre sus puertas al baloncesto de máxima categoría.

La rivalidad que existe entre ambos es sana, un pique entre amigos y vecinos que con el paso del tiempo va creciendo en magnitud dentro de la sociedad canaria. Los dos equipos se tienen ganas, quieren ofrecer espectáculo y dar una alegría a su afición, porque por muy compañeros que sean, sacar de sus casillas al vecino de al lado siempre viene cargado de morbo. Se vivirá una fiesta, una fiesta donde el color predominante será el amarillo y en la cual dos aficiones hermanas se mostrarán el respeto y el afecto que se tienen mutuamente. Esperemos que esta emigración de una isla a otra se siga repitiendo durante muchos años en ACB y, aunque solo habrá un ganador después del partido, el buen rollo entre estos dos contendientes no terminará aquí, que el CID decida.