Corea del Norte ha conmemorado, durante la última semana y por todo lo alto, los 60 años del armisticio de la llamada Guerra de Corea. Los actos culminaron este fin de semana con un gran desfile militar (foto) que el régimen volvió a utilizar como demostración de fuerza. Para los norcoreanos, dicho conflicto supuso una "guerra de liberación de la padre patria". Se prolongó de 1950 a 1953 y, pese a la poca atención que suscitó entonces en buena parte de Occidente, supuso la muerte para 2,5 millones de personas, con militares y civiles incluidos. El armisticio representó un empate entre los coreanos y los norteamericanos, aunque, para el régimen del Norte, en realidad, representó una victoria antes de la división de las dos coreas. Dada la relevancia que tiene el número 60 en las culturas asiáticas, esta celebración ha cobrado especial relieve, por lo que el líder norcoreano, Kim Jong-Un, ha aprovechado para desplegar todo su músculo militar y propagandístico por las calles de la capital (Pyongyang). Así, miles de soldados, tanques, lanzaderas móviles con misiles, aviones caza y helicópteros evidenciaron, de nuevo, la situación militar de un país en el que el culto al líder sigue siendo trascendental. El aislamiento del país, sin embargo, volvió a quedar también probado, toda vez que el único visitante ilustre al desfile fue el vicepresidente chino, Li Yuanchao.

En contraste con los habituales días oscuros por la falta de abastecimiento eléctrico, Corea del Norte ha estado iluminada en los últimos días por unos fuegos artificiales ante el llamado Día de la Victoria de una dictadura que sigue desafiando a Corea del Sur, EEUU y la ONU.