La Audiencia Provincial acogió ayer el juicio a Emanuele Galassi y A.M., acusados de presunta estafa continuada relacionada con el sector de la venta de apartamentos en régimen de tiempo compartido. El primero está considerado un experto timador y por ello se encuentra preso en una cárcel de Italia. Por esta razón ayer no pudo comparecer en el juicio, de manera que tiene que celebrarse la parte de la vista que le afecta en el futuro próximo.

No ocurrió lo mismo con A.M., quien convenció a la Fiscalía de su inocencia y por ello el Ministerio Público retiró, únicamente a él, la petición de tres años de cárcel y el pago de 52.500 euros a un cliente también de nacionalidad italiana que ayer tampoco compareció en el juicio. La acusación particular, sin embargo, sigue solicitando para los dos seis años de prisión y el abono de 56.000 euros, cifra que fue la que supuestamente abonó el estafado. El caso juzgado ayer se centraba en el supuesto uso de los acusados de una sociedad dedicada a la venta de time-sharing, por medio de la cual convencieron al denunciante para que invirtiera su dinero para disfrutar de estancias en residencias y hoteles de lujo de todo el mundo por cuatro semanas al año. También se le ofrecía la oportunidad de vender a la empresa las semanas que no quisiera o que no pudiera disfrutar, garantizándole incluso la posibilidad de recuperar la inversión. Pero lo cierto es que los imputados, "lejos de destinar el dinero ingresado a los fines prometidos al perjudicado, se apropiaron de dichas cantidades ingresándolas en su propio patrimonio, a pesar de haberle hecho creer que lo destinarían en algunos negocios de los cuales obtendría beneficios", indicaba el fiscal en su primer escrito. La acusación solicitó la suspensión de la vista ante la imposibilidad de contactar con su cliente y de que interviniera el acusado que permanece privado de libertad. Sin embargo, la Sala optó por celebrar esta parte del juicio dado que no hay seguridad de que el imputado pueda ser puesto a disposición de la Justicia española "en un plazo razonable". De hecho, los propios magistrados admitieron que desconocen en qué prisión de Italia se encuentra Galassi cumpliendo condena.

En su declaración, A.M. indicó que en el año 2000 trabajaba en el Sur de Tenerife ofreciendo a los turistas una serie de servicios que estaban reflejados en una guía que él mismo había elaborado. Conoció al denunciante en la calle al oírle hablar en italiano y a continuación se lo presentó a Galassi, en cuya oficina ocupaba una mesa. Sin embargo, negó en todo momento que tuviera nada que ver con la venta por turnos, negocio que nunca le había convencido por el vacío legal que existía en aquellos años.

Rechazó que hubiese recibido dinero del denunciante y dijo que en el momento de los hechos ni siquiera residía ya en Tenerife. "Creo que Galassi me involucró en este asunto porque necesitaba un chivo expiatorio", indicó. Una vez en Italia empezó a recibir quejas de personas que le reclamaban dinero por lo que exigió a su supuesto socio que escribiera de su puño y letra una carta en la que le dejara fuera de toda sospecha. Así ocurrió, aunque lo cierto es que Galassi estampó una firma irreconocible y la tiró a la basura de donde el ahora acusado la recogió y aportó al sumario. También indicó que el denunciante en una conferencia a través de las redes sociales admitía que él no tenía nada que ver con estos negocios.

Otras deudas

Poco a poco, A.M. se enteró de que Galassi debía 14.000 euros a empresas de alquiler de vehículos, otros 80.000 a compañías aéreas y estaba acusado de quedarse con el dinero de varios ancianos. "No sé por qué han decidido denunciarme a mí. Supongo que habrá alguien detrás o están buscando que sea yo el que ponga el dinero pero puedo asegurar que jamás he estafado a nadie", declaró el único acusado en sala.