Si algo llama la atención durante la visita a Carlos Rodríguez (Santa Cruz de La Palma) y su hijo, José Carlos Rodríguez Piñero (La Laguna, 19 de marzo de 1997), es la complicidad. Se nota en la mirada. Y la ternura con la que el progenitor se dirige en los detalles más mínimos a quien es un gran campeón en la disciplina que les une casi desde que nació: la filatelia. Pero también, como lo definió al recibirlo hace unos días el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, "un ejemplo de esfuerzo y superación" a partir del trastorno degenerativo que padece desde los 4 años: la distrofia muscular de Duchenne que le origina una minusvalía motórica del 80%.

El palmarés filatélico de José Carlos es impresionante, así como las distinciones recibidas o las referencias bibliográficas de revistas especializadas a sus apenas 21 años. Desde su primera aparición nacional, en Juvenia (competición juvenil) 2009 en Mieres, hasta la del pasado año 2018 en Tailandia tras evolucionar en las distintas categorías según la edad (A, 10-15 años; B, 16-18, y C, 19-21). El año que viene pasará a adulto.

La mesa del salón de su casa de La Cuesta, en la que reciben a El Día, está llena de trofeos, medallas, diplomas... No se trata de hacer un compendio técnico sobre filatelia. Baste con lo que afirma el padre sobre el ojo clínico del hijo, clave en el éxito de las exposiciones por su capacidad de distribuir los sellos en las vitrinas que debe examinar luego el jurado.

Carlos, palmero del barrio de San Telmo (su padre era pescador) "y del Mensajero", inculcó a su hijo la pasión por los sellos desde muy pequeño. Ambos pertenecen al Grupo Filatélico y Numismá- tico de Tenerife, decano de Canarias y séptimo en el mundo, en el que el padre ocupa el cargo de tesorero. Asegura que "todos los domingos nos reunimos para la tertulia e intercambiar, pero más conocimientos que sellos". La mayoría de elementos de las colecciones se consiguen en Internet. Carlos quiso zanjar tópicos sobre lo caro o lo raro. Prefirió hablar de lo difíciles que son de conseguir.

José Carlos estudió en el Colegio Echeyde II y el Camino de la Villa de La Laguna. Pero fue en el IES Alcalde Bernabé Rodríguez de Santa Cruz, un oasis de la accesibilidad, donde se graduó en 2015. Aprobó la PAU y tras un intento fugaz en Historia del Arte (otra vez la inaccesibilidad le pudo) estudió hasta 3º de Geografía e Historia por la UNED. Los problemas han acrecentado su espíritu luchador y asociativo.

Ha viajado a la Península pero nunca al extranjero, donde se han impuesto muchas veces sus colecciones. Dos son las que mima cada día y ambos las mostraron con orgullo y delicadeza.

La llamada temática (contar una historia a través de los sellos con como mínimo de cinco países distintos; tiene muchos más) que se denomina Una eterna amistad. Amistad entre el hombre y el perro o entre el perro y el hombre, fruto de su amor por estos animales. En ella muestra la evolución histórica de esa amistad. Una delicia y un torrente de conocimientos escuchar esa evolución a través de los sellos de todo el mundo y de todas las épocas.

La otra colección es de las denominadas Enteropostales (tarjetas con sello impreso), en este caso de México y de la serie Mulitas. Lleva ese nombre por el animal sobre el que iban los carteros mexicanos para entregar la correspondencia, acompañados, cómo no, por un perro. Fueron usados entre 1895 y 1900.

Carlos acude a la llamada del hijo cuando quiere entrar en su cuarto. Coloca el tablero artesanal creado para que esté más cómodo, le sitúa las manos y queda conectado al ordenador. Amor de padre.

También el Barça

Además de la filatelia, la otra gran pasión de José Carlos es el fútbol y en concreto el FC Barcelona. Se nota en una habitación llena de referencias al club culé. Hace unos años tuvo la ocasión de viajar a la Ciudad Condal para conocer a sus ídolos desde Ronaldinho o Iniesta a un jovencito llamado Messi, Incluso hicieron un entrenamiento sólo para él previo al encuentro ante el Atlético de Madrid que presenció en el Nou Camp. De recuerdo le quedó un álbum que guarda como oro en paño. Igual que el viaje a Santiago de Compostela junto a sus padres, Ana y Carlos, y un grupo de compañeros con discapacidad.