"Llevo 31 años haciendo sucesos, sé el mal que un ser humano puede hacer, pero esto me ha dado otra dimensión de esa maldad, en una de sus expresiones más brutales". Así lo reconoce el periodista Manuel Marlasca, autor del libro "Cazaré al monstruo por ti" sobre el pederasta de Ciudad Lineal.

El libro (editorial Alrevés) se adentra en la operación Candy, que llevó a la detención de Antonio Ortiz, condenado a 70 años y medio de prisión por secuestrar y agredir sexualmente a cuatro niñas de entre 5 y 9 años en Madrid entre finales de 2013 y el verano de 2014. Se le consideró "el enemigo público número uno".

"A las verdaderas Lúa, Paula, Xía y Daisy, con el deseo de que olviden pronto lo que nunca debieron vivir. Y a los cazadores de monstruos que visten uniforme azul, en especial a todos los que participaron en la operación Candy", reza la dedicatoria.

Se trata de un libro "lleno de momentos, algunos terribles", que recoge "el valor de las víctimas, el compromiso de los policías y las dimensiones de una cacería gigantesca", explica Marlasca, quien para escribirlo ha accedido a los documentos del proceso, ha visto los vídeos con las declaraciones judiciales de las niñas y ha entrevistado a numerosos agentes de esa operación.

"A todos nos han quedado cicatrices", reconoce al recordar momentos de este caso, como las heridas que sufrieron las pequeñas, principalmente la llamada Xía (todos los nombres son ficticios), a la que el monstruo "destrozó", a pesar de lo cual le señaló sin dudas en una rueda de reconocimiento. La jueza la tuvo en brazos en ese momento crucial.

El periodista relata cómo los agentes tuvieron claro desde la primera víctima conocida públicamente, en abril de 2014, que se trataba de un agresor en serie, al darse cuenta de que tenía que ser el mismo que había atacado a otra niña en septiembre de 2013.

"El SAM (Servicio de Atención a la Familia) supo que habría más casos, porque empezaba a hacer bueno y los niños saldrían a la calle, pero lo trataron con mucha discreción porque lo último que quiere escuchar un jefe superior de Policía o un responsable político es que hay suelto un agresor sexual en serie", explica.

Y destaca que, como le dijo un mando policial, "desgraciadamente en estos casos se resuelven por acumulación: cuantos más delitos cometa, más fácil es para la Policía encontrarle porque puede cometer errores", algo "terrible" pero real.

"Hubo un momento en el que se conjuraron todos y dijeron ''mira, esto es como buscar una aguja en un pajar, pero lo vamos a encontrar porque lo necesitamos nosotros, las víctimas y la sociedad''", le explicaron varios de los protagonistas de una cacería en la que "al final el instinto fue lo que contó".

Describe también momentos delicados, como cuando el entonces director general de la Policía, Ignacio Cosidó, amenazó con relevar a los agentes de la operación Candy y el máximo responsable de ésta, el comisario José Luis Conde, puso literalmente su cabeza sobre la mesa de Cosidó y le dijo que tenían que continuar ellos y que si no, "podía cortarle la cabeza".