La parroquia de San Francisco de Asís, en la capital tinerfeña, celebró ayer la festividad de la Nuestra Señora de La Consolación, patrona de Santa Cruz, de especial devoción entre los religiosos agustinos. Su devoción en la ciudad se remonta a finales del siglo XV, coincidiendo con la conquista de la isla de Tenerife, hasta el punto que, según asegura el párroco del templo, Jacinto Barrios, "fue la primera devoción mariana la ciudad", con relevancia, dice, en toda la Isla.

La primera imagen de La Consolación se encuentra en la parroquia matriz de Nuestra Señora de La Concepción, una talla de pequeñas dimensiones traída por Alonso Fernández de Lugo que estuvo al cuidado de los padres agustinos de La Laguna allá por 1496. La imagen se veneró en el sitio conocido como La Laja de San Cristóbal, donde en 1476, en un pequeño montículo, se levantó una ermita que dejaría paso a la construcción de la fortaleza y castillo de San Cristóbal, en 1575, actual plaza de España. Cuando se demolió, se trasladó a las "afueras" de Santa Cruz, donde hoy está la Recova Vieja. El Cabildo de la época acordó construir una pequeña capilla junto a la que luego se levantaría el convento de los dominicos, explica Barrios. "Ellos se encargaron de mantener y avivar la devoción, que incluso llevó a tener un retablo a la Virgen".

La imagen que se venera en la actualidad en la parroquia de San Francisco sustituyó la talla de La Consolación. A raíz de la desamortización de Mendizábal, la imagen del siglo XVIII pasó a venerarse a San Francisco, templo al que se asignó la actual su retablo, en cuya hornacina central recibe veneración en la actualidad.

La Consolación, como popularmente se conocía en Santa Cruz, gozó de gran devoción popular, hasta el punto de que se le dedicó una plaza, una calle y hasta el nombre de uno de sus barrios, recuerda don Jacinto.

El párroco de San Francisco admite que el culto a la Virgen de La Consolación ha menguado en los últimos años por la irrupción de nuevas costumbres y fiestas, pero pone como referencia que, aunque se veneró en el convento de los dominicos, que por la época se consideraba las afueras de Santa Cruz -el centro era Los Llanos, en el entorno de San Telmo-, el pueblo se volcaba en los actos populares que se celebraba en la zona de la Virgen de la Consolación. Don Jacinto no se resigna y reivindica el protagonismo que tuvo la advocación mariana en particular en la capital, por lo que apuesta por revitalizar esta devoción popular entre las familias chicharreras, agradeciendo, entre otros, la ilusión y devoción que le ha contagiado el arquitecto Sebastián Matías. "Él me ha catequizado", dice con una sonrisa.

El regalo de un amigo personal al adelantado

La pequeña imagen de la Virgen de La Consolación -en la foto, que se venera en La Concepción- fue un regalo de Lope de la Guerra, amigo personal y compañero de armas, al adelantado Alonso Fernández de Lugo. Tal fue el agradecimiento por el presente que le abrazó y, según cuenta sus crónicas, dice: "En acción de gracias os prometo hacer en este mismo sitio una ermita con el título de Nuestra Señora de la Consolación". Así fue, en 1476, sobre una laja que se adentraba en el mar y cerca de donde se celebró la primera misa de la Isla. Ahí comenzó la devoción mariana en Santa Cruz con La Consolación.

De la laja al convento

La ermita de La Laja dejó paso al castillo de San Cristóbal, en 1575. En compensación, el Cabildo prometió "su reconstrucción en un montículo de las afueras del pueblo, entre el barranco de Santos y el barranquillo", donde está hoy la recova vieja. La ermita creció físicamente por la devoción, y llegó a tener dos naves con el retablo que hoy está en San Francisco.

Acto en la visita de la Patrona de Canarias

El presbítero Jacinto Barrios se distingue por combinar pastoral con historia. A su tesón después de dos décadas y media en San Francisco se debe el reconocimiento del Señor de las Tribulaciones como el Señor de Santa Cruz. No cesa en su empeño, y ahora pone en valor la Virgen de la Consolación, a la que reconoce su condición de patrona de Santa Cruz. De cara a la visita que realizará la Virgen de Candelaria, del 12 al 28 de octubre, a la capital tinerfeña y a La Laguna, don Jacinto tiene en mente un acto especialmente emotivo: la salutación entre las dos patronas, la de Santa Cruz y la de Candelaria, al paso de la Virgen Morenita por el exterior del templo de San Francisco de Asís. El sacerdote no puede ocultar su cara de ilusión, casi novelería. Parece ver el acto, y sobre todo, quiere aprovechar la visita mariana para impulsar la devoción por Nuestra Señora de la Consolación. Son más de cinco años siglos de devoción mariana, desde el desembarco en La Laja de San Cristóbal, pasando por el antiguo convento de Santo Domingo, y ahora en San Francisco.