Rumanía enfrenta la peor epidemia de peste porcina africana (PPA) que se conoce en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con cientos de miles de animales amenazados por esta enfermad vírica, enormes pérdidas económicas en el sector y miles de puestos de trabajo destruidos.

La situación ha hecho sonar las alarmas en varios países de la región, desde Bulgaria hasta Austria, pasando por Hungría, República Checa y Eslovaquia, donde, si bien la situación está bajo control, se teme un contagio masivo a través de los jabalíes.

Rumanía, uno de los países más pobres de la Unión Europea (UE), ha detectado en los dos últimos meses más de 780 brotes de PPA en diez provincias situadas el este y sureste del país, zonas fronterizas con Ucrania y Bulgaria, respectivamente.

Según datos de la Autoridad Nacional de Sanidad Veterinaria y Seguridad Alimentaria (ANSVSA), al menos 210.000 cerdos deberán ser sacrificados en los próximos días, después de haber matado ya a 90.000, para evitar una mayor propagación de la enfermedad.

"Por desgracia, Rumanía y Europa se enfrentan en estos momentos a la enfermedad de animales más grave desde la Segunda Guerra Mundial", advirtió la semana pasada el presidente de la ANSVSA, Geronimo Branescu.

Antes de que apareciera este mal, el número de cerdos que se criaban en el país balcánico era de unos 4,4 millones, dos tercios de ellos en grandes complejos agroindustriales.

El resto se encuentra en pequeñas granjas cuyos propietarios se niegan con frecuencia a recibir a los veterinarios enviados por las autoridades para controlar el estado de sus animales, ante el temor a que se les obligue a matarlos.

La pandemia de la peste porcina no solo está causando pánico entre los productores sino que además ha generado un enfrentamiento entre el Gobierno socialdemócrata y el presidente del país, el conservador Klaus Iohannis, quien acusa al Ejecutivo de ser incapaz de gestionar la situación.

"El virus está haciendo estragos entre los pequeños granjeros mientras que las grandes granjas están a punto de quedar prácticamente exterminadas", dijo Iohannis.

"Ya se han registrado daños por decenas de millones de euros y se han perdido más de mil puestos de trabajo, así como oportunidades comerciales", prosiguió el presidente.

El ministro de Agricultura, Petre Daea, se vio obligado a admitir la semana pasada que su departamento no logra frenar la enfermedad.

"En Rumanía no hay ningún especialista en la lucha contra la peste porcina, ni tampoco una facultad que enseñe cómo combatirla, de modo que hemos pedido ayuda a expertos extranjeros", dijo.

La granja de Carniprod, ubicada en Tulcea, en el sureste del país, tuvo que sacrificar a 45.000 cerdos en julio y despidió a 150 trabajadores.

En Braila, un poco más al noroeste, aparecieron brotes en otras dos instalaciones donde ya se ha determinado que se sacrificarán a unos 200.000 animales y se quedarán sin trabajo unas 600 personas.

Al subrayar que se tardará en exterminar la enfermedad, Branescu recordó casos pasados en España, donde la crisis se superó solo "después de 30 años tras un enorme esfuerzo económico".

También se unió a las críticas el opositor Partido Nacional Liberal (PNL), que en su página de Facebook publicó imágenes de cerdos muertos en el Danubio y descampados cercanos, donde el número de focos aumenta con el paso de los días.

"Estamos en una zona crítica cerca del Delta del Danubio, tenemos que destruir unas 500 toneladas de carne", cuenta el propietario de la empresa de productos cárnicos Carniprod, Nicolae Ciuleac, quien confiesa que sólo podrá mantener el salario de sus trabajadores durante un mes más.

"El organismo animal no produce anticuerpos para neutralizarlo (el virus), porque no existe una vacuna", recuerda el veterinario español José Manuel Sánchez, contratado por ANSVSA para ayudar a controlar la propagación de la PPA.

"Además, (el virus) resiste mucho tiempo en climas muy fríos o calurosos, y hay muchos tipos de variedad", explica el catedrático de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid.

El avance de la PPA se debe a que hay muchos cerdos que crecen en espacios libres donde pueden contraer el virus que portan sobre todo los jabalíes.

Precisamente, el temor a un contagio a través de estos animales salvajes llevó a la vecina Bulgaria a levantar una alambrada a lo largo de sus 133 kilómetros de frontera terrestre con Rumanía, para impedir el paso de jabalíes.

Pese a ello, el pasado fin de semana se confirmó la detección del primer caso de peste porcina africana en suelo búlgaro, en una finca con siete cerdos en el municipio de Tutrakantsi, a un centenar de kilómetros de la frontera con Rumanía.

Sánchez advierte de que resulta difícil identificar a los animales infectados y detener las importaciones ilegales.

"Necesitamos un programa global de erradicación, un cambio en la industria cárnica y encontrar soluciones al transporte de los cerdos de las granjas comerciales", sostiene el experto español.