La felicidad, ese punto al que todo el mundo ansía llegar pero solo unos pocos privilegiados saben cómo. El psicólogo Rafael Santandreu ha alcanzado esa meta y desea que todo el mundo lo haga. Para ello, ha creado una serie de guías de autoayuda, la última "Nada es tan terrible", escritas en clave cercana, haciendo uso de historias reales para ayudar a la sociedad a sentirse en su plenitud y basándose en la psicología cognitiva. El pasado 29 de junio visitó las islas para colaborar con la Asociación Síndrome de Down pronunciando una charla a beneficio íntegramente de dicha

asociación.

¿La felicidad absoluta existe?

Sí, el 10% de las personas aproximadamente tiene un grado de felicidad muy alto. En realidad, este es el grado de felicidad al que estamos llamados a estar los seres humanos, como los animales. Curiosamente así solo está un 10% de la población, y son personas que están felices y alegres prácticamente siempre, que se aman a sí mismos, que están encantados de conocerse y conocer a los demás, y están maravillados de vivir. Además, las adversidades en su vida no le hacen ninguna mella, ni siquiera una enfermedad grave.

¿Pero qué pasa para que un 90% de las personas no sea tan feliz?

Vivimos de manera artificial. Las sociedad de consumo nos ha hecho personas ansiosas y nos ha vuelto personas muy exigentes con nosotros mismos y con los demás. La única solución es autoeducarse emocionalmente en valores y cambiar de filosofía de vida para ser una persona muy fuerte y feliz.

Usted habla mucho del amor como el conducto para llegar a la felicidad. Cree que tal y como se concibe ese amor, ¿tendemos a confundirlo con el cariño o el romanticismo?

La mejor fuente de felicidad y plenitud es el amor. Pero cuidado, el amor puede ser hacia las cosas y no solo hacia una persona. Tú puedes amar tu trabajo, la música, la naturaleza... Es el amor a la vida, y a lo que tienes entre manos. Ni mucho menos es el amor sentimental. Nos han vendido el amor sentimental como la fuente de la felicidad y eso es mentira. De hecho, uno de los timos más grandes de la sociedad es decirnos que para ser feliz es necesario tener pareja. La sociedad nos crea necesidades que son un error.

¿Cree que en estos años de crisis han facilitado el desarrollo de enfermedades de salud mental?

En los últimos 30 y 40 años, hemos vivido un creciente síndrome de enfermedad emocional. Cada vez hay más depresión y más ansiedad. Sin embargo, esta subida es independiente de la crisis o la bonanza económica. Esta crisis mental y emocional se debe a que nuestra sociedad cada vez nos vuelve personas más locamente autoexigentes y exigentes hacia los demás y hacia las cosas.

¿Y a qué se debe este repunte de las crisis emocionales que, además ahora, se están empezando también a ver en niños?

Nos ha entrado una enfermedad llamada "necesititis". Esta enfermedad del siglo XXI es la creencia de que necesitas muchas cosas para estar bien. Cada necesidad inventada es una carga; si no la cumples, te haces un desgraciado a ti mismo. Y si la cumples también, porque te entra el miedo a perderla. Con lo cual el gran potenciador de la inestabilidad emocional es la "necesititis" y hay que combatirla.

¿La sociedad actual es muy negativa?

Sí. Porque si la madre de la enfermedad emocional es la necesititis, tiene un padre, la "terribilitis". La terribilitis es la tendencia a decirte a ti mismo que cualquier adversidad es el fin del mundo. Actualmente tenemos una gran terribilitis, en cambio las personas más fuertes y felices no terribilizan jamás porque piensan que suceda lo que suceda ellos podrán hacer cosas valiosas.

Habla mucho de la tristeza y del miedo, ¿se puede hablar también del rencor?

Sí. El rencor es una enfermedad emocional que no debería existir jamás. Para paliarlo te debes dar cuenta de que lo que te han hecho es una minucia. El rencor se basa en la creencia irracional de necesitar que todo el mundo nos trate bien siempre. Tú solo necesitas que unas personas más cercanas te traten bien y tampoco todo el tiempo porque son humanos y fallan.

Los niños cuando son pequeños suelen ser muy felices de forma natural, ¿por qué cuando crecemos nos cuesta tanto retomar esa felicidad innata?

Porque nos cargamos de super-exigencias a medida que crecemos. En un momento dado nos empezamos a decir que fracasamos si no tenemos un buen trabajo, si no conseguimos ser guapos, si no somos eficaces... Nos cargamos de necesidades absurdas que, sin embargo, los niños no tienen.

¿Cómo puede una persona salir de un momento malo de su vida?

Debe darse cuenta de que si está mal, es por lo que se dice, no por lo que le ha pasado. Por ejemplo, que te haya dejado tu pareja no es una razón suficiente para estar mal porque puedes hacer muchas cosas valiosas por ti y por los demás y, a medida que las hagas y dejes de quejarte, vas a estar exultante de alegría.

La destrucción del medio ambiente, las guerras? ¿todo eso se evitaría si fuéramos un poco más felices?

Totalmente, claro que sí. La guerra, la confrontación, el cabreo, la indignación... son todo neurosis. Una persona muy feliz no se confronta con nadie porque está a gusto en todas partes.