Un año más, la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui (ACAPS) hizo realidad ayer que niños y niñas abandonaran el desierto y sus elevadas temperaturas de más de 50 grados para disfrutar, en el seno de familias canarias de acogida, los meses de julio y agosto con los atrayentes para ellos baños en el mar, una dieta rica en vitaminas mejor que la de su pueblo y reconocimientos médicos. Todo eso y más gracias al proyecto Vacaciones en Paz.

El pabellón municipal Punta Larga en Candelaria recibió, sobre las 8:00 horas, a los 149 niños cargados de ilusión y procedentes de los campamentos de refugiados de Tinduf.

Después de que la ACAPS les ofreciera un desayuno, se procedió a la revisión de la documentación de los menores para acto seguido proceder a lo más emotivo de este proyecto, como fue la entrega de cada niño a sus familias de acogida, que los recibieron con mucho cariño un año más y en otros casos por primera vez. Pero, en ambos casos, los ojos de los padres y madres de las Islas fueron los protagonistas con lágrimas de alegría, además de besos y profundos abrazos cargados de sentimiento.

Los padres biológicos cada verano envían a sus hijos a pasar las vacaciones porque, como dicen, "los canarios son gente muy buena y nuestros hermanos, ya que Canarias es la segunda jaima (casa) del Sahara".

El presidente de la ACAPS y responsable del proyecto Vacaciones en Paz, Alberto Negrin, explicó: "Muchos meses de trabajo, organización y dedicación han sido necesarios para que este programa se lleve a cabo y estos niños y niñas puedan venir hasta nuestras islas".

Explicó que de los 149 niños y niñas, 88 serán acogidos en Tenerife, La Palma, Fuerteventura y La Gomera, y 61 en Gran Canaria y Lanzarote.

Cada año toman más sentido las palabras de Negrín: "Esta es una labor humanitaria y solidaria. Como padre le puedo decir que cada uno de estos niños forman parte de las familias canarias y los sienten como tales. El acogimiento crea unos lazos inquebrantables entre las familias canarias y las biológicas. Nosotros solo les podemos dar amor y cosas materiales, pero los niños te dan y te enriquecen con muchas cosas más que no se pueden describir".

Mientras el pueblo de Tenerife dormía ayer, al aeropuerto Reina Sofía del Sur de Tenerife llegaban los pequeños saharauis cansados por las numerosas horas de vuelo, pero pronto se hicieron fuertes al amanecer el día en el pabellón de Candelaria con la luz del cariño y la hospitalidad, y se mostraron como los embajadores de la ilusión que son.

Y despertó la revolución infantil y la fatiga se transformó en excitación, carreras, gritos, saltos, juegos y alguna que otra lágrima de algunos niños de corta edad por la morriña de estar alejados de sus padres, mientras que su familia de acogida esperaba impaciente en la puerta acristalada de acceso al pabellón intentando identificar a "sus" pequeños.

Acoger a un niño saharaui es difícil de explicar pero muy fácil de sentir, ya que son muy especiales y entran con facilidad en el corazón, dejando encendida la llama de un sentimiento que nada ni nadie apagará en la vida.

El proyecto Vacaciones en Paz solo permite traer a los niños hasta una edad determinada, pero la ACAPS tiene un segundo proyecto muy interesante como es Madrasa, a través del cual esos niños pueden venir con sus familias de acogida y vivir con ellas diez meses cada año, cursando estudios que le aseguren un futuro y les permitan ser útiles a su país.