En la percepción del dolor influyen y mucho los genes que tenga una persona. La forma en la que los genes almacenan la información también determina el funcionamiento de las células del organismo, y por tanto, las características de cada uno. Como, por ejemplo, la resistencia al dolor.

No obstante, como remarcaron los profesionales de la Sociedad Canaria del Dolor ayer en las jornadas anuales de la citada sociedad científica, "hay factores sociales, psicológicos y afectivos" que también influyen en dicha percepción y deben ser tenidos en cuenta a la hora de establecer un tratamiento.

Javier Santos, jefe de la Unidad del Dolor de Quirónsalud Tenerife y coordinador de la jornada, también hizo hincapié en los nuevos tratamientos hacia los que se está evolucionando. "La diferenciación genética hace que en una persona respondan los fármacos para los que a otra no tienen ninguna eficacia", explicó Santos. Por tanto, dirigir las terapias es uno de los retos con los que se encuentran actualmente los profesionales del dolor.

En esta línea, también se remarcó que la percepción del dolor se puede "educar" con ejercicios o terapias alternativas a la medicina tradicional. "Al final lo importante es que el paciente sienta un beneficio", insistió Santos, aunque afirmó que no todas las terapias son recomendadas.