España es el país europeo donde más se navega por Internet; una nación que ya supera los 33 millones de navegantes y que cuenta con una tasa de penetración de smartphones de más del 80%. Sin embargo, muchos usuarios no actúan de forma responsable.

Así lo pone de manifiesto un informe del comparador de seguros Acierto.com que revela algunos comportamientos de riesgo entre los internautas españoles.

Por ejemplo, el informe destaca que el 80% de los españoles no cambia casi nunca su contraseña, sin ser conscientes de la importancia de cambiar esta clave regularmente, al menos cada seis meses.

Y es que solo el 20% de los usuarios respeta este margen. Aquí tienen cabida aquellos que lo hacen todas las semanas (un escaso 7%) y los que dejan pasar medio año (el 13%). El resto de los encuestados reconoció no hacerlo nunca (16,7%), casi nunca (30,7%) o muy de vez en cuando (32,4%).

¿Las consecuencias? Pues según los datos del comparador de seguros, más de la mitad de los españoles se han visto afectados por algún virus informático. El gran protagonista fue el malware, responsable de la infección en 1 de cada 5 ocasiones. El phishing, curiosamente, ocupa la última posición en este ranking, pues fue el causante de solo el 2% de los casos referidos.

El informe, realizado con motivo de la Semana de Internet y tras la oleada de hackeos y filtraciones masivas de los últimos meses -Twitter ha sido de las últimas en verse afectada a principios de este mismo mayo-, revela también que los españoles no solo no mantienen actualizados sus equipos, sino que ignoran cómo debería ser una contraseña segura.

En concreto, 2 de cada 5 hacen caso omiso a las notificaciones de actualización automática de su equipo, y hasta el 89% desconoce cómo crear una clave segura que proteja sus datos. Pero solo el 8% es consciente de "su propia ignorancia". El resto cree que basta con que no contenga el usuario o con alternar mayúsculas y números.

Según Acierto.com una buena contraseña debería no solo combinar mayúsculas y números, sino también minúsculas y símbolos o signos de puntuación; y contar con más de ocho caracteres de longitud (cuanto más larga, más segura).

Además, debería prescindir del nombre del propio servicio, así como de datos obvios como el nombre, año de nacimiento, palabras malsonantes y similares. Otro fallo recurrente es emplear la misma para todos los servicios. Una buena alternativa es usar un gestor de contraseñas, señala el informe.