El pino que se desplomó mortalmente sobre un niño de cuatro años en el parque del Retiro de Madrid el pasado 24 de marzo tenía 53 años, una expectativa de vida de 25 más, había pasado por todas las inspecciones y era un árbol sano desde el punto de vista fitosanitario, ha informado este lunes en un pleno extraordinario la delegada de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés.

Se levantaba en una zona con un terreno con sistema automático por goteo. No registraba hongos. La primera intervención sobre él fue en 2012, con una poda, seguida por otra dos años después. En 2015 se revisó y no se detectó ningún cambio. En 2016 se le sometió a una prueba de tensión para conocer su estabilidad. Con el plan extraordinario del arbolado pasó por una nueba inspección en noviembre de 2016. En 2017 pasó por una actuación fisosanitaria y en abril del año pasado se sometió a una poda de mantenimiento. En junio de ese año se acortó su copa. La última revisión fue el 23 de marzo de 2018, prácticamente horas antes del desplome mortal.

En este momento, ha indicado Sabanés, una parte de los árboles están rodeados de zonas acotadas porque son árboles en observación porque se han detectado movimiento de tierras por la gran acumulación de agua y por las rachas de viento.

Sabanés ha recordado que el parque se cerró los días 1 y 2 de marzo por alerta roja. El martes 20, con alerta amarilla y con vientos de 57km/h, se vinieron abajo un pino y un castaño de indias. Para el 21 se registró alerta amarilla pero se decidió cerrar el parque dos días ante la caída de esos árboles y para revisar todos los ejemplares para detectar los que estaban en riesgo de caerse. Entre el 21 y el 22 de marzo se retiraron 26 árboles. "No quedó en el parque un árbol en pie con un peligro detectado", ha asegurado Sabanés.