La tercera gran procesión del Viernes Santo en La Laguna -o la quinta si se tienen en cuenta las del Lignum Crucis y el Cristo de la Unción- partió a las 22:00 horas de la Catedral. De allí a Santo Domingo en penumbra y, como cada año, en silencio (por eso su nombre). Desfilan en este caso las distintas cofradías de la ciudad y un único trono: el Santísimo Cristo Difunto, portado por la Cofradía de Penitentes de la Misericordia. La quietud de la noche lagunera solamente la rompe el sonido de las pisadas de algunas hermandades -las hay que arrastran los pies-, las cadenas del Lignum Crucis, las campanillas de la urna en la que se encuentra la imagen y el golpe seco contra el suelo de los llamados "regatones", que emplean quienes cargan el paso.