Afirman que, cada semana, miraban el historial de la tableta y el teléfono móvil utilizados por su hija. Eso evitó males mayores en el acercamiento iniciado por un adulto hacia su hija, de 12 años, supuestamente con fines delictivos. Mónica y Jorge consultaron el pasado 27 de diciembre uno de los dispositivos electrónicos de la menor y accedieron al chat de la aplicación de juegos "Apalabrados". Y alguien había puesto: "¿Estás despierta?" Eran las 23:30 horas. Y para ambos "saltaron todas las alarmas".

Entonces, detectaron que entre el desconocido y la adolescente había una conversación. En esos diálogos escritos, los progenitores comprobaron que el varón adulto era siempre quien iniciaba la charla.

Ese proceso "comunicativo" se prolongó, aproximadamente, una semana.

Inicialmente, el varón se ofrece como instructor en el mencionado juego.

Pero, a partir del tercer día, el desconocido empezó a realizar preguntas de tipo personal a la menor, con el objetivo de saber si realmente era una potencial víctima o no. Mónica y Jorge relatan que le planteó cuestiones como, por ejemplo, "¿cuántos son en tu casa?, ¿de dónde eres?, ¿en qué centro estudias? o ¿tienes más hermanas?".

La respuesta de la menor fue que eran cinco, ya que contó a sus padres, a su hermana y al gato.

El interlocutor profundizaba, cada vez más, en la búsqueda de información para él valiosa. Así le preguntó la edad de su hermana y la de ella misma.

La menor le mintió y le dijo que ella tenía 13 años. El individuo se mostró sorprendido en la conversación, porque, según indicó, "pensaba que eras mayor".

Seguidamente, dejó escrita la expresión: "mmmmm...".

Después de tener una referencia certera de que estaba conversando con una adolescente, el individuo no dejó la charla, sino que siguió intentando obtener más información.

Otras preguntas que siguieron generando la alarma de los padres fue que si tenía novio o le gustaba alguien.

Las cuestiones sobre sus movimientos también llegaron, como "¿qué vas a hacer hoy en todo el día?; ¿vas a salir?". Se identifica como un hombre de 41 años, que tiene dos hijos y que es profesor de Formación Profesional. Durante la tarde del 24 de diciembre también trató de mantener la conversación. Y cuando la menor dice que va a soltar la tableta, él trata de saber si es para siempre o la va a volver a coger.

Mónica y Jorge están convencidos de que afirmaciones como "seguro que eres muy guapa" tenían como objetivo que la menor le enviara fotos en un corto periodo de tiempo, o su número de teléfono para hablar a través de whatsapp.

Jorge señala que, cuando descubrieron los diálogos, su primer sentimiento fue la necesidad de "apalearlo, cargármelo si lo hubiese tenido delante". La madre relata que pasó "muchos nervios" y tuvo "miedo e impotencia por no poder hacer nada". A pesar de que también les entraron ganas de insultarlo, lo pensaron mejor. En primer lugar, decidieron dejar "todo como estaba" para no poner en peligro las evidencias digitales.

Y, seguidamente, cambiaron las claves de acceso a sus dispositivos.

Después, se pusieron en contacto con Sergio Díaz, del Observatorio de Delitos Informáticos de Canarias (ODIC).

Jorge comenta que "Sergio nos tranquilizó, nos dio confianza". Díaz les advirtió de que no había llegado a pasar nada grave.

Este responsable del ODIC explica que se procedió al aislamiento inmediato de los dispositivos usados por la adolescente. A través de diferentes gestiones, Díaz supo que el adulto reside en Madrid, lo que fue un alivio parcial para los padres de la niña. Pasados unos días sin que hubiese participación de la menor en el chat, "el adulto ya no dirigió más mensajes a su potencial víctima".

Sergio Díaz considera que es muy necesario que el Archipiélago tenga una base de datos sobre individuos que delinquen en internet o las redes sociales, "así como de aquellos que están en el límite de hacerlo".

Para este integrante del ODIC, esta información puede ayudar a las fuerzas de seguridad y a las autoridades judiciales a la hora de determinar sus antecedentes o tendencias.

Díaz resalta la importancia de que los padres realicen un control efectivo sobre los dispositivos usados por sus hijos en la red, así como los contenidos a los que acceden y con quién intercambian datos.

Mónica y Jorge aseguran que, a partir de ahora, también van a instalar el "control parental" para intentar evitar otros "sustos".