Comienza la Semana Santa y con ella los desfiles de pasos y hermandades. A las procesiones de estos días las acompañan cofrades con capirote, trajeados, ataviados con hábitos de toda clase... Hay divergencias en estilos y multitud de elementos textiles que varían entre unos y otros colectivos y que sorprenden al profano en la materia. Detrás suele haber explicaciones simbólicas (especialmente en lo que a los colores se refiere), así como del terreno de lo histórico y de las ropas que usaban antiguas órdenes.

Prueba de esa diversidad es el caso de La Laguna, que cuenta con una Semana Santa de las más destacadas de Canarias. En ella se pueden contabilizar hasta cinco estilos de vestimentas diferentes, desde el traje negro de la Esclavitud del Cristo de La Laguna al hábito penitencial con capirote de numerosas hermandades, pasando por el atuendo hebreo de la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, la opa -que en este caso no son las siglas de "oferta pública de adquisición", sino el nombre que recibe una pieza textil hasta las rodillas- de las hermandades del Santísimo Sacramento de la Catedral y La Concepción, y la túnica con capucha con la que recorre las calles el Lignum Crucis.

El más representativo de los elementos de los penitentes es el capirote, que suele ser de cartón o de un enrejado plástico, y que es recubierto por un antifaz de tela. Este tiene su raíz en la Semana Santa de Sevilla, cuyas hermandades lo incorporaron en torno al siglo XVII como símbolo de penitencia, si bien su éxito lo llevó al resto de la geografía nacional. A grandes rasgos, completan este tipo de hábito la túnica; una capa; un cíngulo o un fajín, que van anudados a la cintura, y unos guantes. Sobre esas líneas maestras surgen pequeñas variantes; las más relevante del caso lagunero son el antifaz sin capirote -es decir, caído- de la Hermandad del Cristo del Amor Misericordioso. Después cada cofradía cuenta con su insignia propia. Mientras tanto, los colores suelen tener su origen en razones representativas: el negro como señal de luto; el rojo, la Pasión de Cristo; el verde, la esperanza; el blanco, la pureza...

El Archipiélago no es Andalucía, donde hay numerosos profesionales de la costura que prácticamente circunscriben su labor a la Semana Santa, pero sí es cierto que las cofradías suelen acudir a talleres de confianza que han ido desarrollando su particular "know how" en este campo. Los precios, en especial en el caso del hábito prototípico de penitente con capirote, varían sobre todo en función de la tela y de la presencia o no del terciopelo. La horquilla: de unos 100 euros de los trajes más sencillos y baratos a otros que llegan a superar los 400 euros.