Huyn Seung Shin Ra, más conocido como Daniel o maestro Shin, llegó a las Islas desde Corea del Sur hace ya 41 años. Casi de rebote o de casualidad, y bajo la recomendación de su "hermano mayor" Kim, emprendió un largo viaje a Gran Canaria que aterrizó tiempo después en Tenerife. Su objetivo, cuatro décadas después, está más que cumplido: hacer de puente entre Corea y Canarias e implantar el taekwondo en la Isla.

Shin cuenta que, en primera instancia, no sabía ni situar en el mapa al Archipiélago e, incluso, pensó que su destino no era Las Palmas, sino Palma de Mallorca. "Era consciente de que venían muchos marineros de mi país y tenía una idea de España de toros y flamenco. Llegué y no vi ni lo uno ni lo otro".

Sus inicios en el gimnasio Duk Suri de la calle San Francisco no fueron del todo sencillos. "El idioma fue algo difícil para mí, pero la acogida de esta disciplina fue muy buena, ya que había cierta afición por las artes marciales, así como muchos seguidores de Bruce Lee o Jackie Chan", relata.

Su adaptación fue también lenta, pero el propio Shin reconoce que, aunque Corea del Sur y Tenerife parecen dos mundos diferentes, tienen sus puntos en común. "En Canarias son más cariñosos y abiertos. En cambio, allí son muy cerrados. Además, en esa época se seguía una educación muy diferente. Hoy ya es casi igual todo, incluso la comida casera es similar".

Tras dejar su primer gimnasio, decidió crear su propio club de taekwondo. Desde entonces, el Pabellón de Deportes Municipal ha sido su segunda casa. "Siempre he intentado inculcarles, más que un deporte, una filosofía que se basa en la búsqueda interior de cada persona, su espíritu y su mente". El Maestro asegura que, aunque al principio fue un poco duro, todos sus alumnos le quieren. Prueba de ello, el homenaje que recibió en 2007 por parte de 2.000 integrantes del club.

Fue a través del taekwondo como comenzó con su otra pasión: la acupuntura. "En Corea, el taekwondo y esta medicina alternativa están relacionadas. Nos enseñan desde jóvenes y yo aún sigo estudiándola", comenta.

Para el asiático, la acupuntura es toda una ciencia que muchas veces no es del todo aceptada por diversos prejuicios. "Lo que más me gusta de mi trabajo es la relación con las personas, sanarlo no solo físicamente, sino mentalmente. Al final, ellos también son mis maestros. Sin paciente o alumno no hay maestro", señala. Shin trata desde 1986, momento en el que instaló su primera consulta, tanto enfermedades físicas como psíquicas, estas últimas, según él mismo, las que más abundan en la actualidad.

"En las clases fue cuando comencé a tratar a marineros coreanos que llegaban a las costas con problemas de salud". Trece años después de ese momento sucedió un acontecimiento muy emocionante para el Maestro: el monumento en memoria de los 25 marineros coreanos fallecidos. "Peleé mucho para que pusieran esa estatua, tanto con las autoridades de aquí, como con el consulado y el gobierno de allí. Fue todo un honor que finalmente se concediera ese homenaje a esos trabajadores", recuerda con añoranza.

Al acto, que estrechó los lazos entre los dos territorios, acudió el general del Mando de Canarias, representantes del Gobierno coreano y el cónsul del país asiático. "En las clases de taekwondo fue cuando comencé a tratar a marineros coreanos que llegaban a las costas con problemas de salud", cuenta el asiático.

Estrechar lazos es otra de las especialidades de Shin, quien ha promovido más de diez intercambios entre lucha canaria y lucha Ssiru, así como varias estancias de sus alumnos de taekwondo en Corea del Sur. "Es un orgullo ser profeta de mi tierra en mi otra tierra, que es Tenerife. Siempre quise ser embajador de Corea de una u otra manera y, para ello, intento tender puentes en el Atlántico".

Con el paso del tiempo, aparte de una poblada barba grisácea, el corazón del coreano se ha ido tiñendo de blanco y azul. Tanto es así que se considera un 70% tinerfeño y un 30% coreano. "Le debo mucho a esta tierra, así que solo puedo decir gracias a todo el mundo. Estoy enamorado de Tenerife y su gente", admite.

En su enamoramiento, ha encontrado en el cristianismo su vía de escape particular. Originalmente taoísta, decidió convertirse nada más llegar. "Para mí es algo que no tiene explicación, es como si algo me llamara de forma natural y acabo yendo a diario a misa. Creo que la religión solo te aporta cosas buenas y enseñanzas. A pesar de considerarme cristiano, no renuncio a otras prácticas como la meditación, porque creo que todas las religiones son compatibles", confiesa.

De su matrimonio con la Isla se ha llevado un gran número de reconocimientos, admiradores varios, decenas de miles de alumnos, pacientes, amigos y una familia que se mueve entre dos culturas, así como entre el típico puchero canario y el banchan. "Gracias a Dios todo me ha ido genial. Ahora mismo solo quiero pasar el resto de mis días en Tenerife y, cuando muera, que me entierren aquí, junto a los marineros coreanos, para volver a cuidar de ellos". Humildad, alegría, esperanza o sabiduría son solo algunos de los valores que emanan de las palabras del Maestro de los tinerfeños.