La Audiencia Provincial acogió ayer el juicio a B.L.F.N., acusada de dos delitos de estafa por los que la Fiscalía le pide seis años de cárcel y el pago a los herederos de una tía suya de 183.000 euros, de los que supuestamente se habría apropiado.

El Ministerio Público sostiene que, aprovechándose de la confianza que la fallecida tenía con la sobrina, esta se convirtió en la administradora de los bienes, con un valor de casi 400.000 euros y de las cuentas bancarias. La Fiscalía estima que la acusada convenció a dicho familiar para que le permitiera vender una vivienda y una plaza de garaje en La Laguna. La operación se llevó a cabo por más de 93.100 euros.

Supuestamente con este dinero se iba a comprar otra vivienda en Santa Cruz, tal y como hicieron el mismo día y ante idéntico notario por 123.300 euros. Este último inmueble fue inscrito a nombre de su hija. También se acusa a la procesada de hacer en 2010 una imposición a plazo fijo por 60.000 euros desde una cuenta de la tía a la menor, figurando la acusada como firma reconocida. Ayer B.L.F.N. indicó que desde el fallecimiento de su tío, la viuda había dejado en sus manos la administración de sus bienes. Aparte de cobrar una pensión de 1.300 euros, poseía propiedades en Vallehermoso, San Sebastián de La Gomera y La Laguna. Justificó el ingreso de 60.000 euros, porque, según indicó, su tía siempre consideró a la menor como su nieta, ya que no tuvo hijos. No obstante, achacó a un error del banco que apareciera ella como titular, lo que el mismo día se corrigió para que la tía y su hija figuraran como tales. Declaró que nunca dispusieron de ese dinero. Pero la anciana cambió el testamento en 2013 a favor de sus hermanos, lo que la acusada atribuye a la enfermedad de alzhéimer que padecía. Aunque el notario dio fe de su buen estado mental, la sobrina asegura que hay partes médicos que demuestran que se estaba tratando de esta dolencia en Pamplona y a través del Servicio Canario de Salud (SCS). Finalmente, se rompen las relaciones, lo que la procesada atribuye a la influencia de los familiares y de una persona que se encargaba de su cuidado. Justificó los numerosos gastos que aparecieron en la cuenta de su tía por los viajes que realizaron a Lourdes, París o Roma y que ésta costeó, porque era su deseo hacerlo. Un hermano de la fallecida aseguró que en 2013 ésta le confesó sus sospechas de que le estaban robando y por ello ese mismo día acudieron ante un notario para cambiar por quinta vez el testamento y finalmente poner sus bienes a favor de los hermanos.

Dijo el testigo que de tener 79.000 euros en sus cuentas en 2002 (cuando murió su marido) se pasó a registrar 17.000 euros en 2013. La anciana moriría sola en un geriátrico que costeó con su pensión mensual.