Las mujeres solo tenían ingresos mayores que los hombres en 2014, tras estudiar la misma carrera, en diez de 128 titulaciones universitarias, mientras que en 65, más de la mitad de estos estudios superiores, eran los universitarios lo que cobraban más que las universitarias.

En concreto, en 65 titulaciones las ganancias de los universitarios varones que trabajaban a tiempo completo por cuenta ajena cuatro años después de acabar la carrera eran superiores en más de un 10% a las que recibían las mujeres en su misma situación.

Son datos del estudio "Mujer y universidad: participación, desempeño académico, inserción laboral y PDI" de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), que también subraya que en el curso 2016-17 únicamente el 21,3 % de los catedráticos de universidad eran mujeres.

El informe (con datos del Ministerio de Educación y del INE) concluye que las mujeres superan en rendimiento a los hombres en todos los ámbitos universitarios de estudio, pero registran una mayor tasa de paro y un salario inferior.

El peso relativo de las mujeres en los estudios universitarios ha aumentado en los últimos treinta años unos cinco puntos porcentuales y en el pasado curso suponían el 54,7 % de los matriculados.

Sin embargo, los hombres registran una mayor tasa de empleo que las mujeres y una menor tasa de paro, y las ganancias de los titulados son superiores en un 13 % a las de las graduadas.

"En las cinco ramas de enseñanza, sin excepción, las mujeres obtenían menores ingresos que los hombres", ha recalcado el estudio.

Por ramas de enseñanza, el peso relativo de las mujeres es muy diferente, pues significan siete de cada diez matriculados en titulaciones de Ciencias de la Salud (70,9 % en titulados), el 61,3 % en Artes y Humanidades (64,8 % en egresados) y el 59,6 % en Ciencias Sociales y Jurídicas (65,1 %), pero apenas superaban el 50 % en Ciencias puras (56,5 % en graduados).

Asimismo, solamente representaban uno de cada cuatro matriculados en la rama de Ingeniería y Arquitectura (28,8 % en titulados), con tendencia, incluso, al descenso en los últimos cursos (a principios del siglo llegaron a significar algo más del 30 %).