Dos policías franceses en Tenerife. El brigada Stephane Cardenal y el gendarme Tristán Dacher tuvieron la oportunidad de patrullar, durante más de un mes, con agentes de la Guardia Civil en el Sur de Tenerife. Esa experiencia duró hasta el pasado jueves y ambos se mostraron encantados con la iniciativa. La adaptación no fue difícil, en primer lugar porque ambos funcionarios galos hablan perfectamente español y, además, porque la concepción de ambos cuerpos de seguridad (una institución militar que realiza tareas de seguridad ciudadana) y su formación es similar.

Pudieron hablar con algunos ciudadanos de su país y participar en detenciones, controles e identificaciones. Se llevan la impresión de que los lugares donde han estado en el Sur de la Isla son como "un pueblo muy grande" y que algunos guardias civiles "conocen a todo el mundo", a sus vecinos y también "a los malos". En las semanas de actuación conjunta, perciben que, en la inmensa mayoría de los casos, existe "aprecio, respeto o cariño" de la gente hacia sus colegas españoles. Cardenal y Dacher destacan que el 95% de los ciudadanos a los que se ha parado en controles o por la calle han tenido un comportamiento "educado". Reconocen que, en su país, "con nosotros la situación es más tensa, la gente responde y pregunta más".

Aclaran que Tenerife es un lugar muy seguro y señalan que uno de los "puntos negros" es el problema de "los carteristas", que definen como "una plaga; están en El Teide, Los Gigantes, Los Abrigos...". Los gendarmes reconocen que ese tipo de delincuencia "hace daño a los turistas de más de 50 años, sobre todo".

Comentan que esta clase de sucesos también se registra en las zonas costeras y turísticas de muchos otros lugares de su país, por parte de personas procedentes de diferentes países.

También les ha llamado la atención la cantidad de droga para consumo que se interviene en los controles. Dacher Tristán indica que "hay mucha gente que lleva perico (cocaína), hachís, marihuana, pastillas...". Señala que en la zona de Francia donde trabajan no se detecta tanta cantidad de sustancias estupefacientes en un control de dos horas. Apunta que, en el mismo tiempo de un dispositivo, en el Sur de la Isla se levantan siete actas y en su país, apenas una o dos. "Si nosotros cogiéramos tanta droga, seríamos los reyes allí", indica con asombro.

Además, consideran que la legislación en España para tramitar las denuncias por tenencia y consumo de drogas es más sencilla que en Francia.

También les ha sorprendido el fenómeno de los ocupas en algunas localidades, sobre todo la existencia de edificios enteros con residentes en esa situación irregular o individuos que residen en "haciendas valoradas en un millón de euros" sin que sea suya o sin pagar nada. Respecto a este último caso, Stephane Cardenal dice irónicamente: "Así sí se vive bien".

Recuerdan que en su lugar habitual de trabajo, se producen desahucios, principalmente de personas que no pagan el alquiler. Pero la ocupación de edificios enteros sin acabar, como ha ocurrido aquí a raíz de la crisis económica, no la habían visto hasta ahora.

Los gendarmes manifiestan que en Francia los desalojos de personas, sobre todo si tienen niños pequeños, no se llevan a cabo en los meses de invierno por razones humanitarias.