Isolina Martín sintió la necesidad de transformar el dolor que la embargaba "en algo en positivo". Su hija fue asesinada en diciembre de 2006 en un caso de violencia de género que la familia no se esperaba. Una de las citas posteriores con su psicóloga para superar la situación se convirtió en el germen de la Asociación Beatriz contra la Violencia de Género, que fue galardonada en 2013 con el Premio Cepsa al Valor Social.

"Quería ser útil para otras mujeres, evitar que otras vivieran lo que yo estaba sintiendo...", explica Martín, presidenta del colectivo. "La psicóloga me dijo que no existía una asociación de víctimas, sino que las que había eran entidades de mujeres dirigidas por técnicas que estaban involucradas en el trabajo con mujeres víctimas", indica sobre los orígenes.

La organización nació en mayo de 2007 y, una vez que logró fondos, fue definitivamente puesta en marcha en 2009. "Creamos un espacio donde nos encontrábamos, nos apoyábamos, nos refugiábamos unas en otras... Había un vacío también para que cuando las mujeres fuesen a los juicios no estuviesen solas. Dentro de las víctimas había muchas mayores que, al ser llamadas por los psicólogos forenses, necesitaban un acompañamiento para que les explicaran las preguntas, porque les costaba contestar", manifiesta, antes de admitir que, durante el camino posterior, han tenido épocas mejores y otras, no tanto.

De forma más concreta, la asociación Beatriz cuenta con un decálogo de líneas maestras. Entre los primeros objetivos están la creación de ese "espacio común"; la defensa de los derechos de las féminas que sufren violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones; promover el voluntariado social para la prestación de apoyo a las víctimas, familiares y amigos; brindar ayuda moral (nunca económico) a quienes lo necesiten como consecuencia de haber sido víctima directa o a su entorno; reivindicar ante las administraciones públicas la "efectiva prestación" de la asistencia integral, y colaborar con las entidades que desarrollen actividades que redunden en beneficio de las víctimas y sus allegados.

Los fines restantes son: la participación o realización de actos públicos; facilitar información y asesoramiento a los afectados; colaborar con otras organizaciones ya constituidas o que se creen en defensa de los derechos de las víctimas, e instituir y conceder premios de reconocimientos en nombre de la asociación.

La sede la tienen en la avenida de La Libertad, en Los Majuelos, y la labor que efectúan ha tenido recompensa. No en vano, el grado de conocimiento de este colectivo en algunos entornos ha llevado, relata Isolina Martín, a que sea habitual que mujeres que han de lidiar con este drama acudan antes a recibir el auxilio de esta organización que a los servicios oficiales.

¿Y cuál es el plan de trabajo con las usuarias? "Talleres de pintura, informática, risoterapia, teatro... Llevamos a cabo acciones en las que ellas puedan desahogarse, abrirse, sentirse bien... Hemos salido juntas y realizado encuentros", expone la presidenta de la entidad. "Es un granito de arena entre tanto trabajo que hay que hacer", apostilla.

Desde la Asociación Beatriz contra la Violencia de Género expresan que el volumen de personas que requieren de su ayuda ha variado en el tiempo. "Hay rachas que vienen un montón y otras, que no tanto", comenta su máxima responsable, que agrega que tampoco están preocupadas en "estar faroleando" con cifras. Y es que, más allá de números, mantiene que están para respaldar a las féminas que se desplazan hasta sus instalaciones buscando ese apoyo que les falta para salir adelante.