La fiesta por antonomasia de Santa Cruz de Tenerife y por extensión de la Isla, el Carnaval, no marida bien con la gastronomía.

En la programación del Ayuntamiento capitalino no figura ningún acto relacionado con lo culinario, mientras que el Carnaval de Cádiz, en este capítulo, se "come" literalmente al santacrucero.

Y resulta cuanto menos paradójico en un destino que "presume" de contar con hasta seis estrellas Michelin, un buen puñado de establecimientos inscritos en la guía roja bajo la condición de Bib Gourmand, otros tantos soles Repsol, unos vinos "diferentes" y un recetario tradicional, fiel exponente del mestizaje cultural, un conjunto que se vende como reclamo turístico.

A pesar de todos esos ingredientes, la oferta chicharrera se centra, básicamente, en los remolques que se encuentran situados en la vía de Penetración (la que discurre desde el Auditorio hasta la plaza de España), donde se alinean, entre las diferentes atracciones de feria, autobares; puestos de hamburguesas, perritos calientes y refrescos; el Paponazo (una papa cocida rellena de un sinfín de productos); las papas fritas con salsas; churros con chocolate; kebabs y otras "joyas" de los menús feriales.

Por el contrario, en el Carnaval de Cádiz y sus pueblos aledaños, lo gastronómico aparece ligado íntimamente a la fiesta.

La "carta" gaditana es extensa y sabrosa, además de gratuita, porque allí se "come por la cara". Desde la erizada, una cita multitudinaria que se celebró el pasado 7 de enero en la playa de La Caleta, con 650 kilos de este marisco, 15 cajas de manzanilla y cerveza, hasta la Ostionada, que tuvo lugar el 14 de enero en la plaza de San Antonio, en Cádiz, donde se repartieron entre 600 y 700 kilos de este molusco, acompañado de pimientos asados, la rica manzanilla y cerveza.

La oferta se alimenta con mejillonada, tagartinada, ortigada, gañotá popular, berza y papas aliñás, chorizá, tortillitas de camarones y el clásico pescaíto frito, etc.

Y aunque como recuerda Carlos Spínola, del Grupo Gastronómico gaditano, poco tiene que ver esta propuesta con la más estricta tradición, refiriéndose a estas "mal llamadas fiestas gastronómicas" que se han inventado para antes y durante el carnaval, "algunas auténticas chorradas", la comparación con Tenerife no pasa del primer bocado.