El partido nacionalista irlandés Sinn Féin confirmó hoy que Michelle O''Neill, líder de la agrupación en Irlanda del Norte, será la nueva vicepresidenta de la formación en las dos jurisdicciones de la isla.

La norirlandesa, de 40 años, sucederá en este puesto a la dublinesa Mary Lou McDonald, quien, a su vez, asumirá la presidencia del Sinn Féin en sustitución del histórico dirigente Gerry Adams.

Ambas serán ratificadas formalmente en el cargo el próximo 10 de febrero en una conferencia especial del partido, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Como ocurrió con McDonald hace dos semanas, O''Neill se ha hecho con la vicepresidencia del Sinn Féin sin oposición, pues al cierre del plazo de inscripción ayer lunes era la única aspirante en la lista.

"Me siento honrada y estoy deseando trabajar con nuestra nueva presidenta y todo el equipo de dirección", ha declarado la política norirlandesa, quien recalcó que el objetivo del Sinn Féin es gobernar tanto en el sur como en el norte de la isla.

"Nuestra prioridad -agregó- es mantener el crecimiento y desarrollo del Sinn Féin como un movimiento político nacional encaminado a lograr la unificación irlandesa".

McDonald, de 48 años, se ha convertido en la primera mujer que preside el Sinn Féin en su historia, mientras que O''Neill también es la primera líder que tiene el partido en el norte de la isla, donde sustituyó el pasado año a otro histórico como Martin McGuinness, fallecido en marzo de 2017.

Ambas representan a una nueva camada de republicanos, pues no tienen conexiones directas con la lucha armada y el pasado conflicto en la isla, y su objetivo es regenerar el partido de cara a los retos que afronta en el futuro.

El Sinn Féin, tercera formación en la República de Irlanda, busca, con McDonald a la cabeza, aumentar su base electoral en el sur, donde el pasado violento del IRA aún le resta votos entre un sector de la ciudadanía.

En Irlanda del Norte, una grave crisis política mantiene interrumpido el Ejecutivo de poder compartido entre protestantes y católicos desde enero de 2017, una parálisis que podría obligar al Reino Unido a suspender indefinidamente la autonomía y gobernar la región directamente desde Londres.