La sencillez de un lazo de color rosa simboliza una idea por la que el amor a las personas se hace visible sin complejos, teniendo en cuenta la especial dedicación de unos pocos que prestan parte de sus vidas sin pedir nada a cambio para ayudar a los afectados por el cáncer de mama y sus familias.

Es el caso de la Asociación de Cáncer de Mama de Tenerife (Ámate), un colectivo de fuerte presencia social que se ha hecho un hueco importante en el ámbito de la atención en un sector poblacional necesitado de respuestas y que a menudo se siente desamparado ante el desconocimiento de una afección de un cáncer de este tipo.

"Fue hace ya 11 años cuando un grupo de mujeres afectadas por el cáncer de mama decidimos crear la asociación ante el inmenso vacío que existía en el atendimiento a las personas. Poco a poco nos hicimos un hueco, empezamos a visitar a las enfermas en los hospitales, dar nuestro apoyo y facilitar el durante y el después de un tratamiento", recordó Mari Carmen con el orgullo de ver cómo ha crecido en servicios Ámate.

En la actualidad, el colectivo atiende a 5.300 personas y sus familias, "incluidos hombres, que también se han visto afectados por el cáncer, aunque ellos son más reacios a dar el paso para ser atendidos. Y son más de los que parece, por lo que hemos tenido que cambiar el nombre del colectivo, pasando de Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama a simplemente Asociación de Cáncer Mama", explica.

Ámate empezó con una psicóloga, un fisioterapeuta y un trabajador social, aunque ante el volumen de ayuda demandada la plantilla se ha incrementado doce años después hasta los veinte empleados para cubrir los servicios (destaca, entre otros más, la novedosa atención estética oncológica).

Y sí. Principalmente, las mujeres son las protagonistas de esta historia, siendo hoy en día el lado más débil y cruel de la enfermedad por sus implicaciones a nivel emocional, sus problemas laborales y, sobre todo, los familiares.

"Hay chicas que pierden la custodia de sus hijos, que sus maridos las dejan o no las apoyan en un momento muy difícil. Una de cada cuatro mujeres son abandonadas. Hay casos aberrantes como maridos que creen que sus parejas son nada más que dos pechos", critica con cierto enfado Bonfante.

Toda esta situación entristece la labor de los voluntarios y trabajadores hasta límites insospechados, aunque también son problemas que unen en el trabajo diario para dar afecto a todas las personas que lo necesiten y requieran un consejo o de la multitud de talleres integrales que organiza Ámate para conseguir la renovación integral de las personas sin atender a su condición o género.

Esta labor no ha pasado desapercibida en estos años por las administraciones y entidades que han valorado en su justa medida un trabajo sin igual en un sector poblacional muy sensible. Tanto que, por ejemplo, Ámate ha sido distinguida hasta en tres ocasiones por los Premios al Valor Social de la Fundación Cepsa en Canarias.