Ascienden a 31 las personas muertas y a 43 la heridas anoche al estallar dos coches bomba en Bengasi, segunda ciudad en importancia de Libia, informó un responsable médico.

Fuentes de Seguridad explicaron, por su parte, que el primer vehículo explotó cuando un grupo de fieles salía de una de las mezquitas del bario de Almaniya, en el centro de la urbe, y el segundo treinta minutos después, cuando ya habían llegado los servicios de socorro.

"Entre las víctimas mortales hay varios agentes de Seguridad y miembros de los servicios sanitarios. Algunos de los heridos están muy graves" por lo que no se descarta que la cifra de muertos aumente en las próximas horas, agregó la fuente.

La mezquita suele ser lugar de reunión de uno de los grupos salafistas aliados al mariscal Jalifa Hafter, un exmiembro de la cúpula que aupó al poder a Muamar al Gadafi y que 40 años después, y tras ser reclutado por la CIA y convertirse en su mayor opositor en el exilio, ha devenido en el hombre fuerte del país.

La forma de operar apunta a los grupos yihadistas, a los que Hafter ha combatido tanto en Bengasi como en otras ciudades del este del país, con ayuda del citado grupo salafista.

El mariscal puso en 2014 cerco a la urbe, capital del alzamiento que derrocó en 2011 a Al Gadafi, y a finales de 2017 anunció su conquista, pese a que los yihadistas controlan varias zonas del extrarradio.

Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera militarmente a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Al Gadafi.

En la actualidad, dos autoridades luchan por el poder: una en Trípoli sostenida por la ONU, y otra en la ciudad oriental de Tobruk, bajo control de Hafter.

Del conflicto se aprovechan grupos de contrabandistas dedicados al tráfico de armas, combustible y personas, y grupos yihadistas, que se han extendido por todo el territorio.