El líder socialdemócrata, Martin Schulz, apura sus esfuerzos para asegurarse el sí al preacuerdo de coalición con Angela Merkel, en el congreso que celebra este domingo su partido, del que depende su futuro político y el nuevo gobierno de la primera potencia europea.

El voto de los 600 delegados del Partido Socialdemócrata (SPD), que se reunirán en la antigua capital federal, Bonn, ha adoptado dimensiones que exceden a lo nacional, entre llamadas de la cúpula a posibilitar la formación de un gobierno estable por "responsabilidad" hacia Alemania y hacia Europa.

A la proclama lanzada el viernes por cuarenta personalidades del SPD, en activo o retirados, a favor del sí al preacuerdo siguió la advertencia de Schulz de que un no equivaldría a tener que ir a nuevas elecciones, con consecuencias tal vez nefastas.

Estos pronunciamientos reflejan el nerviosismo del partido más antiguo de Alemania, con 150 años de historia, ante una votación que se ha convertido, además, en un pulso entre Schulz y el líder de las Juventudes del SPD -los "Jusos"-, Kevin Kühnert.

Tanto Schulz, de 62 años, como Kühnert, de 28 años, expresaron su rechazo a otra gran coalición en la campaña para las generales del 24 de septiembre y, tras hundirse el SPD a su mínimo histórico en -un 20,5 %-, proclamaron la necesidad de regenerarse en la oposición.

Tras fracasar en noviembre el propósito de Merkel de formar una alianza con los Verdes y el Partido Liberal (FDP), Schulz rectificó su postura, mientras que Kühnert se mantiene en el no.

La jefatura ve en una tercera alianza bajo Merkel -que ya gobernó en esa constelación en su primera y en la tercera legislatura- la tabla de salvación contra nuevas elecciones, pero los "Jusos" apuestan por forzar a la canciller a gobernar en minoría.

Ambas posiciones reflejan el miedo a caer en la irrelevancia política en medio de la erosión que sufren los grandes partidos, muy especialmente entre la socialdemocracia europea.

Les separan la receta sobre cómo frenar esta erosión, pero comparten la preocupación por la supervivencia de un partido que arrastra una larga crisis de liderazgo.

El SPD sigue sin haberse recuperado de la escisión protagonizada en 1999 por su exlíder, Oskar Lafontaine, cuando dejó el partido y el puesto de ministro de Finanzas en protesta por la línea centrista de su correligionario y canciller Gerhard Schröder.

Desde entonces hubo ocho relevos en la jefatura, ninguno de los cuales frenó una caída de electorado que se agravó con el programa de reformas estructurales y recortes sociales de Schröder.

Schulz tomó las riendas del SPD hace un año, tras un cuarto de siglo de carrera política entre Bruselas y el Parlamento Europeo, lo que le daba un perfil de líder no desgastado por las crisis internas, aunque sin arraigo entre sus bases.

Fue elegido jefe del partido en marzo con un 100 % de los votos y asumió la misión de derrotar a Merkel, lo que en cuestión de pocos meses quedó claro que no iba a lograr: el SPD perdió tres comicios regionales antes de las generales.

Ahora ha pisado el acelerador del contacto con sus bases, en una gira en sus principales delegaciones regionales en busca de apoyo al preacuerdo pactado con Merkel y el líder la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), Horst Seehofer.

Kühnert ha realizado una gira paralela, aupado por el ímpetu de los "Jusos" y el valor añadido de la fidelidad a la postura con la que hizo campaña -el no a otra coalición-.

Su apuesta ha calado en un amplio espectro del partido, pese a partir de una posición minoritaria -los 70.000 miembros de los "Jusos", entre los 450.000 militantes del SPD-.

Schulz llega al esprint de la movilización con cierta ventaja, ya que incluso el ala izquierda del partido, que también exigía "mejoras" en el preacuerdo, se ha sumado a la campaña por el sí.

El consenso pactado entre Merkel, Schulz y Seehofer no es renegociable en sus grandes líneas, pero sí mejorable, apunta ese flanco, que echa de menos un "sello socialdemócrata" en el preacuerdo, donde la CSU bávara impuso sus principales exigencias.

A todas las partes les conviene acceder a las esperanzas de mejora, ya que si mañana el congreso de Bonn da luz verde a abrir negociaciones formales, un eventual pacto de coalición será sometido a una consulta entre el casi medio millón de afiliados del SPD.