Las protestas contra la austeridad y la subida de impuestos se han intensificado en Túnez en los últimos días y han ensombrecido una grave crisis política que ha acabado con la alianza de los principales partidos y podría hipotecar aún más el futuro del país.

Las movilizaciones estallaron al inicio del año, con la entrada en vigor de los nuevos presupuestos generales del Estado, y han cobrado mayor fuerza en los últimos dos días, a medida que se acerca el séptimo aniversario de la revolución que abatió la larga dictadura de Zinedin el Abedin Ben Ali.

El expresidente tunecino huyó a Arabia Saudí el 14 de enero de 2011, tras un mes de enfrentamientos, disturbios y manifestaciones masivas, que supusieron, asimismo, el inicio de las ahora asfixiadas "primaveras árabes".

Las protestas contra las políticas de austeridad que ha obligado a imponer el Fondo Monetario Internacional (FMI) entraron en una nueva dimensión la noche local del lunes después de que un hombre de 55 años muriera en un supuesto incidente con las fuerzas de seguridad en la ciudad de Tebourna, a 40 kilómetros de la capital.

Enfurecidas, decenas de personas volvieron a salir anoche a las calles de Túnez capital y de una veintena de ciudades más, donde quemaron contenedores, atacaron edificios públicos y se enfrentaron a la Policía.

Un grupo de ciudadanos llegó, incluso, a asaltar y saquear una tienda de una conocida cadenas de supermercados franceses, de la que se llevaron decenas de aparatos electrónicos antes de que se pudiera desplegar la Policía.

Fuentes del Ministerio de Interior informaron hoy a Efe de que al menos 49 policías resultaron heridos y 206 personas fueron detenidas durante los incidentes, que también afectaron a otras grandes urbes como Sfax, Gafsa o Kasserine.

Un importante hombre de negocios confirmó hoy a Efe que han recibido un aviso de parte de las autoridades en el que les sugieren que adelanten dos horas el horario de cierre comercial, que normalmente es hace a las 21.00 hora local.

Fuerzas de seguridad confirmaron este miércoles a Efe que el despliegue seguirá en los próximos días, aunque aseguró que no se trata aún de una situación excepcional, pese a que la oposición decidió el martes intensificar las protestas para forzar al Gobierno a anular los presupuestos.

La prueba de fuego llegará el domingo próximo, aniversario de la revuelta de 2011, con la gran manifestación que han convocado tanto partidos políticos como diferentes movimientos estudiantiles y de la sociedad civil.

El peso lo lleva, de momento, una nueva plataforma llamada Fech Nestannew (¿A qué estamos esperando?), que bajo ese hashtag agita las redes sociales y que el martes logró concentrar a decenas de jóvenes al grito de "Policía asesina, ministerio terrorista", en alusión al departamento de Interior, y "No tenemos miedo, las calles volverán a hervir".

A la campaña en redes sociales ha respondido el propio ministerio con el mensaje "No arruines tu país, Túnez te necesita", que ha desatado una guerra dialéctica, llena de ironías, ataques y reproches.

La violencia callejera ha dejado en segundo plano la crucial decisión adoptada el fin de semana pasado por el partido gobernante Nidaá Tunis y la formación islamista Ennahda, principal fuerza en el Parlamento, de romper su alianza.

El sábado, y en declaraciones a los periodistas, el secretario de Niddá Tunis, Borhène Bsaies, soltó la bomba, esperada desde hace meses, al afirmar que la formación abandona el consenso para avanzar hacia una situación competitiva con Ennahda.

Fuentes de la formación islamista subrayaron hoy que eso no significa que se vaya a romper el acuerdo que aún sostiene el Gobierno del criticado primer ministro, Yusef Chaheed, en el que Ennahda también participa, y lo relacionó con las cruciales elecciones municipales de mayo.

Los comicios, que serán los primeros desde la caída de Ben Alí y cuya convocatoria ha sufrido un profundo pulso entre las diferentes formaciones políticas, definirán el futuro de Túnez y de su frágil transición política.

En un principio, Ennahda parte como favorito para una carrera que le proporcionaría un enorme poder territorial a sumar a su actual control del Parlamento y que pondría a su líder, Rachid Gannounchi, en la rampa de lanzamiento de las presidenciales de 2019.

Nidaá Tunis, en proceso de descomposición pese a los esfuerzos de su fundador y presidente del país, Beji Caïd Essebesi, sin embargo, deberá lidiar con las consecuencias de la política de austeridad de su Gobierno y el peso que puedan tener las protestas de un pueblo tan cansado y harto como en 2011.