La familia de Ana Orantes, a quien su exmarido quemó viva en 1997 en un asesinato que fue el detonante para la reforma del Código Penal en materia de violencia machista, la recordó ayer con una misa celebrada en Granada al cumplirse veinte años de su trágica muerte, y pidió "leyes más justas". Antes de acceder a la misa, celebrada en la basílica de las Angustias, su hija Rosario declaró a los periodistas que Ana Orantes "no se va a olvidar en la vida" pese a que "su asesino quería que no se supiera nada de ella", y que su recuerdo siempre permanecerá por lo que sufrió y porque "fue la única mujer que tuvo agallas de ir a una televisión y decir lo que le pasaba".

Rosario, para quien veinte años después del asesinato de su madre quedan aún "muchas cosas" por hacer para erradicar la violencia machista, solicitó "leyes más justas y jueces más justos".

Para sus hijas, que no llegaron a conocerla, Ana Orantes es un referente: "La pequeña pensaba que era una artista cuando salía en la tele. Con la edad ha ido viendo lo que le pasó a su abuela". Rafael, otro hijo de Ana Orantes, se dirigió a los maltratadores para llamarles "cobardes" por no pensar en "la gente que dejan huérfana" y para preguntarles que "por qué no se enfrentan a una persona tan fuerte como ellos" en lugar de "a una mujer indefensa o a un crío".

"La vida es muy bonita, hay que vivirla, hay muchas soluciones. La vida es buscar una solución y no asesinar a una persona", dijo. El hijo de Orantes, que lamentó el "mundo de machismo en el que vivimos", dice que, veinte años después del asesinato, aún le dan ganas de apagar la televisión cuando dan la noticia de algún episodio de violencia de género. Por su parte, Juani Fernández, mujer de José Manuel Parejo, el hijo mayor de Ana Orantes, insistió en que nunca la olvidarán y pidió al Gobierno que "eche una mano" para que no haya ni una sola víctima más.