¿Es esto la Navidad? se preguntaba hoy algún bangladeshí junto al parque que ha albergado la multitudinaria misa del papa Francisco en Dacca, un evento al que muchos musulmanes han permanecido ajenos, otros han mirado de reojo con curiosidad y alguno ha visto con simpatía.

Mientras el papa reza con las decenas de miles de católicos que se han reunido en el parque Suhrawardy Udyan de Dacca, Selim Uddin aparca su rickshaw, uno de los populares triciclos de tres ruedas que sirven de taxi habitual en Bangladesh, para mirar con curiosidad los afiches colgados de la verja de hierro con el rostro de Jorge Bergoglio.

"Creo que el dios de los cristianos vino hoy aquí", dijo este conductor de rickshaw de 45 años.

"Debe ser un buen hombre y por eso tanta gente ha venido para verle. No he visto una concentración así en mi vida; gente alineada de manera ordenada", agregó impresionado.

Selim es del norteño distrito Natore, el mismo en que un cura católico desapareció el pasado lunes. Dice que él siempre ha tenido buena impresión de los cristianos, a los que, cree, "les gusta vivir a su manera".

"Son buena gente, ¿ves? toda esta gente vino hoy sin armar ningún lío. Veo muchas manifestaciones de políticos aquí, y siempre hay caos, esto debe ser distinto", dijo.

La normalmente tranquila zona de Suhrawardy Udyan estaba hoy llena de gente desde primera hora del día.

Allí tenía lugar la principal misa del papa durante los tres días de visita que comenzó ayer en este país de 160 millones de personas, con casi un 90 % de musulmanes, y donde los cristianos representan apenas el 0,4 % y los católicos rondan los 450.000.

El tráfico fue intenso hasta que las puertas abrieron a primera hora del día, pero una vez la ceremonia comenzó, la circulación de los vehículos, uno de los grandes males endémicos de Dacca, bajó de intensidad en este viernes, día sagrado de los musulmanes.

La Policía no permitió a los curiosos acceder a la misa, solo a los católicos, por motivos de seguridad, por lo que muchos se quedaron concentrados fuera del recinto.

Muhammad Abdul Aziz, un vendedor de fruta, miraba desde lejos confundido.

"He oído que es Navidad para los cristianos hoy, está bien que lo disfruten, después de todo, todos venimos de la misma madre", dijo Aziz en esa zona.

Algún otro como Mohammad Suman, un comerciante que tuvo que esperar casi una hora para poder llegar a su negocio, no estaba muy feliz.

"He oído que el papa vino, lo vi en las noticias, pero no sé exactamente quién es, ni tampoco me interesa", dijo mientras caminaba a unos metros del lugar en el que el pontífice estaba pronunciando su misa.

"Todo lo que me importaba era cuándo se acabaría la cola", dijo, al lamentar que no le dejaran pasar durante mucho rato.

Adil Rahian, un estudiante de estudios islámicos de la Universidad de Dacca, sabía de la visita del papa y se mostró esperanzado de que su presencia traiga más ayuda para los rohinyás que han debido refugiarse en Bangladesh huyendo de la violencia en Birmania.

"Viene de Birmania, de encontrarse con (la líder) Aung San Suu Kyi y otros dirigentes. Todos esperamos que hablara sobre el tema rohinyá pero no dijo nada directamente sobre el tema allí", afirmó.

"Ahora que está aquí, esperamos que al menos hable aquí, anime al Gobierno de Bangladesh a resolver el asunto y ayude a crear opinión en el mundo", dijo.

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