El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, aseguró hoy que su país no poseerá ni desarrollará armas atómicas para contrarrestar el desafío nuclear de Corea del Norte, tal y como ha pedido la oposición.

En su discurso sobre el estado de la nación, Moon volvió además a a instar al régimen de Pyongyang a abandonar su programa de armas de destrucción masiva.

"Con base en la Declaración Conjunta para la Desnuclearización de la península Coreana (firmada por Seúl y Pyongyang en 1992) una Corea del Norte con armas nucleares no puede ser aceptada ni tolerada y nosotros no desarrollaremos o poseeremos armas nucleares", dijo Moon ante la Asamblea Nacional (Parlamento).

El conservador Partido de la Libertad de Corea, el principal de la oposición, ha reclamado que se vuelvan a desplegar armas nucleares tácticas estadounidense en Corea del Sur (de donde fueron todas retiradas a principios de los noventa) ante las insistentes pruebas armamentísticas de Corea del Norte en los últimos tiempos.

"Lo que queremos lograr es la paz en la península coreana. Por ello nunca debe haber un conflicto armado bajo ninguna circunstancia", añadió el presidente surcoreano.

No obstante Moon volvió a subrayar la importancia de mantener la vía por la que hasta ahora ha apostado su Administración para lidiar con Pyongyang: presión diplomática y sanciones hasta lograr que el régimen norcoreano retorne a la mesa de negociación.

Por otro lado, el presidente defendió su plan de creación de empleos en la Administración y de ampliación del gasto público para lograr que la economía del país sea una "orientada a la gente y a la innovación" y menos dependiente de los grandes conglomerados controlados por clanes familiares, los llamados "chaebol".

"Una economía centrada en los "chaebol" nos sacó rápidamente de la pobreza. Permitió un desarrollo económico sorprendente que ningún otro país ha logra desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero ya no puede garantizar nuestro futuro tal y como podemos ver por nuestro crecimiento estancado y por el cansancio de la gente", dijo.

Los "chaebol" han estado en el centro del caso de corrupción de la "Rasputina", que supuso la destitución de la expresidenta conservadora Park Geun-hye y el adelanto de elecciones (en las que venció el liberal Moon) y reflejó además el profundo hartazgo de los surcoreanos ante la clase política y empresarial.