La histamina es una de las muchas sustancias que produce nuestro organismo y la causante principal que se ocupa de sacar a la luz los distintos síntomas que las alergias provocan en el ser humano: picor en nariz y ojos, lagrimeo, escozor y erupciones en la piel, estornudos, congestión… Los aficionados a sufrirlas durante el año conocen bien esta amina idazólica que les obliga, en mayor o menor grado, a tomar medidas para frenar la agudeza de los efectos que causa en su cuerpo.

Uno de los métodos más reconocidos son los medicamentos y fármacos que palian estos síntomas al bloquear y neutralizar la acción de la histamina ante la fuente de alergia. Hablamos de los antihistamínicos.

Doctor, ¿qué me pasa?

Existen variedad de antihistamínicos que actúan de modo distinto según el receptor histamínico (alérgeno) que se pretenda controlar, pero dentro de los más comunes y de mayor uso cotidiano entre la gente de a pie, se encuentran las pastillas para la alergia (píldoras, tabletas masticables, cápsulas, preparados líquidos…).

Para poder tomarlas, ante todo, debemos haber consultado a un especialista. Frente a cualquier muestra de sufrir o padecer una alergia, debemos informarnos debidamente y acudir a nuestro médico -o farmacéutico- para certificar que la padecemos. Una vez garantizada esa afirmación, deberemos asimilar que durante un tiempo, o el resto de nuestra vida (existen alergias caducas que desaparecen con el paso de los años) tendremos que, seguramente, medicarnos para contrarrestar los efectos de la histamina en nuestro cuerpo y poder sobrellevar de mejor manera los síntomas provocados.

Cómo y cuándo tomar los antihistamínicos

¿Cuándo debemos tomar esas pastillas para la alergia? Como decíamos anteriormente, los antihistamínicos tienen la misión de bloquear las acciones de la histamina y evitar que se presenten todos los síntomas molestos que suelen acompañar a cualquier alergia. Por lo tanto, al tomarlas, lo que haremos es aliviar las sensaciones y mejorar nuestro bienestar, pero en ningún caso curar la alergia. Aunque su estudio y evolución es favorable y se ha logrado alargar la duración de su acción, así como eliminar los efectos secundarios derivados de la ingesta de éstos; no existe la fórmula que permita bloquear definitivamente esa alteración de la histamina. Y puestos a pensar en su erradicación, jamás podríamos eliminarla del todo, pues esta sustancia química realiza otras muchas funciones beneficiarias en nuestro cuerpo como, por ejemplo, la producción del ácido estomacal.

Debemos tomar estos medicamentoscuando aparezcan los síntomas de la alergiay, en ciertos momentos, si sabemos del contacto futuro con el alérgeno que la provoca, podemos anticiparnos haciendo una dosis previa, pues su funcionamiento se basa en esa neutralización para aliviar. Nunca, pero, debemos excedernos ni tomar a la ligera las recomendaciones de los profesionales que conocen nuestro caso y saben cómo tratarlo.

La duración del tratamiento siempre vendrá marcada por la prescripción médica y nunca por un autodiagnóstico. Existen grupos de personas que deben abstenerse de tomarlos, por eso hay que mostrar respeto por el papel que juegan los médicos y el personal que las identifica y realiza el tratamiento según las peculiaridades de cada paciente.

Las pastillas para la alergia son una innovación única que, seguro, próximamente seguirá evolucionando y tratando de mejorar sus funciones para achacar con mayor eficacia esos síntomas inoportunos. Mientras, miles de millones de personas alrededor del mundo (se cree que unos 300 millones) se benefician de su cumplido y confían en ellas para poder afrontar su día a día con total normalidad.