Se acabó el verano, y con él, los largos días soleados. A partir de hoy, amanecerá más temprano y anochecerá antes debido al cambio de hora vivido la pasada madrugada. Sin embargo, esta modificación que nos hace sentimos más cerca del invierno también puede causar alguna que otra alteración en el ritmo biológico al modificar nuestros patrones de sueño y descanso.

Estos cambios no afectan a todos los grupos de edad por igual; así por ejemplo, los niños podrían dormirse más en clase e incluso las personas mayores mostrar cierta desorientación. En edades medias de la vida, quienes son más vulnerables a sufrir desajustes debido a este cambio horario, son las personas con dificultades previas para conciliar y/o mantener el sueño, como por ejemplo, las que padecen migraña, epilepsia o viven con niveles importantes de ansiedad y estrés.

En este sentido, Nuria Estupiñán y Beatriz Villa, médicos del servicio de Neurofisiología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, insisten en recordar que "nuestro cuerpo está diseñado para llevar ritmos de 24h, por lo que añadir o quitar horas a nuestro día puede suponer un problema", explican las especialistas. Por esta razón, ambas recomiendan seguir unas pautas para mejorar nuestras rutinas de sueño.

"Una adaptación gradual puede ayudarnos a paliar sus efectos", remarcan. Así, aconsejan tomar medidas como "levantarnos un poco antes el domingo para llegar más cansados por la noche y no sufrir tanto el efecto de la alarma el primer día de la semana".

Por otra parte, tanto Estupiñán como Villa recuerdan la importancia de las "medidas de higiene del sueño", entre las que se encuentran el mantener la habitación de descanso limpia y ordenada, oscura y silenciosa y bien ventilada consiguiendo una temperatura agradable (entre 18 y 22ºC). "También es importante disponer de un colchón cómodo, así como mantener una postura adecuada para dormir. La mejor, de lado izquierdo en posición fetal", insistió Estupiñán.

Respecto a las largas siestas, "mejor evitarlas", y si resulta imposible caer entre las garras del sofá después de comer, se debe procurar que no duren más de 20 minutos y que se hagan siempre antes de las cinco de la tarde".

Las especialistas también recuerdan la importancia de realizar ejercicio físico, para poder sentirnos cansados antes de llegar a la cama. No obstante, nunca ha que hacerlo antes de acostarse ni tampoco de manera intensa.

En cuanto a las cenas, mejor evitarlas muy copiosas y cuanto antes se hagan mejor. Por que "no debe irse a la cama nada más cenar. Debe transcurrir al menos un par de horas antes de ir a dormir".

Por último, aunque no por ello menos importante, las expertas aconsejan dejar los aparatos electrónicos "fuera de la habitación".

"Para descansar correctamente es necesario un ambiente tranquilo y sin sobresaltos. Reducir los estímulos externos es clave", insisten.