Licenciado en filosofía y letras, Ferran Salmurri es especialista en psicología clínica, ejerciendo como tal durante años en el Hospital Clinic de Barcelona. Es pionero en España en la investigación de estrategias para educar de las emociones y también autor de un novedoso programa para su aplicación en las escuelas. Durante los últimos días ha participado la quinta edición de las Jornadas de Humanismo y Felicidad celebradas en el municipio de Garachico.

¿Cree que la sociedad está fallando en la educación de la felicidad?

Por su puesto, y de manera histórica, no solo ahora. Nos hemos olvidado con mucha frecuencia para qué vivimos los seres humanos. La prueba está en que, si nos fijamos bien, nos educamos unos a otros en obedecer y no en pensar. Además, cuando hablamos de felicidad, lo que pretendemos es sentirnos bien y lo que sentimos depende de lo que pensamos. Y somos bastante mal pensados.

¿Cuál considera que sería la forma de enseñarnos a ser felices, sin ser tan mal pensados?

Podemos aprender y practicar para modificar nuestra biología, que es donde se encuentran nuestras emociones. Podríamos aprender y practicar a tener una actitud más adecuada. Podemos realizar actividades más adecuadas, como descansar 8 horas, que en nuestra vida hubiera una acción activadora (trabajo, estudio, voluntariado), realizar actividad física cotidiana, tener relaciones sociales suficientes, y distribuir y optimizar el tiempo. En segundo lugar, aprender a pensar, a comunicar y a relacionarnos mejor con los demás. Todos ellos son aspectos que hay que ir trabajando.

Entonces, ¿cómo nos enseñamos a pensar?

Como dije anteriormente, nos enseñamos a obedecer, no a pensar. En general la mayoría de las personas vivimos sin plantearnos para qué vivimos. Es decir, vivimos hoy simplemente porque ayer no nos morimos. Por tanto, no tenemos claro cuál es nuestro objetivo en la vida. El 90% de las personas no se plantea para qué vive. Del 10% restante, el 9% vive para ganar dinero, ser famoso, triunfar y tener éxito, mientras que tan solo el 1% vive realmente para ser feliz, teniendo claro que eso significa sentirse bien en cada momento de su vida. Si eso no lo tenemos claro los adultos, enseñamos a obedecer. Cada día en todo el mundo, hay una casa en la que se oye a una madre o un padre recriminando a su hijo por no recoger las zapatillas. Esto pasa todos los días, desde que existen las zapatillas, y nunca, ni un solo hijo en toda la historia de la humanidad, ha aprendido a adquirir el hábito a raíz de esta bronca. Pero lo seguimos haciendo. Lo que no podemos hacer es llegar a casa, ver que la zapatilla sigue en el mismo sitio y volver a quejarnos y enfadarnos. Porque lo único que conseguimos es deteriorar la relación y la autoestima de ambos.

¿Por qué cree nos enfadamos tanto?

Nos enfadamos por lo que pensamos, no por lo que ocurre. Lo que ocurre depende del valor que le des y si piensas que es horrible quedarte recogiendo y que el chico no te haga ni caso, y que es insoportable vivir así, te sube la rabia y la cólera. Si en cambio no te importara un pepino, no te enfadarías. Por eso, lo que nos afecta no es lo que pasa, si no lo que pensamos.

¿Podemos llegar a ser felices en todo momento?

Esta es una cuestión muy interesante. Precisamente en un programa de aquí había un biólogo que decía que las emociones son muy transitorias, y por tanto, no se puede sentir felicidad de manera continuada. Yo creo todo lo contrario. Creo que podemos aprender a sentirnos mayormente satisfechos, contentos y alegres, mucho más que tristes, angustiados y cabreados. Evidentemente un sentimiento de satisfacción no es eterno, pero puede ser mayoritario en el tiempo.

Entonces, somos nosotros los únicos que podemos dirigirnos hacia felicidad

Exactamente. A eso y a sentirnos bien con nosotros mismos, no solo podemos aprender, sino que debemos hacerlo.

Teniendo en cuenta que usted es catalán, la pregunta es indispensable, a nivel psicológico, ¿cómo ve todo el entramado a raíz de la independencia en su comunidad autónoma a nivel social?

En primer lugar diría que la independencia la veo irreversible, no hay vuelta de hoja. Desde el punto de vista psicológico, aquí se ha pasado de tener miedo a tener ilusión. La gente se siente, y desde hace años, muy maltratada, indignada con la cultura política de Madrid. Esto ha llevado a la gente a pasar de unas emociones a otras. Cuando una persona por un lado está indignada, dolida y resentida, y por otro muy ilusionada, y eso es lo que predomina mayoritariamente y de manera muy transversal - desde familias de grandes fortunas, hasta estibadores, bomberos y universitarios - . Algunos verán más clara la independencia pero el sentimiento está ahí y es imparable.