Investigadores de la Universidad de Finlandia Oriental han descubierto que ir a la sauna de forma habitual, una práctica muy habitual en los países escandinavos, puede ser una medida suficiente para mantener a ralla la presión arterial y evitar la hipertensión.

En concreto, según los resultados de un estudio publicado en la revista ''American Journal of Hypertension'', el riesgo de tener la presión arterial alta era casi un 50 por ciento más bajo en los hombres que iban a la sauna entre 4 y 7 veces a la semana, en comparación con quienes sólo iban una vez por semana.

Los mismos investigadores habían demostrado previamente que acudir a una sauna de forma habitual reducía el riesgo de muerte súbita, la mortalidad cardiovascular y por cualquier otra causa. Pero ahora se han centrado en uno de los factores de riesgo más importantes en las enfermedades cardiovasculares para corroborar un nuevo beneficio de estos baños de vapor.

Para ello, analizaron los datos de un estudio que incluyó a 1.621 hombres de mediana edad que vivían en la parte este de Finlandia, entre los que ninguno tenía una hipertensión diagnosticada, considerando como tal una presión arterial de más de 140/90 mmHg.

Al analizaron sus hábitos de vida, se centraron en la frecuencia con que acudían a saunas y fueron divididos en tres grupos en función de si iban una vez por semana, de 2 a 3 veces, o de 4 a 7.

Tras un seguimiento medio de 22 años, el 15,5 por ciento de los participantes acabaron desarrollando una hipertensión clínicamente definida. Sin embargo, el riesgo de hipertensión fue un 24 por ciento menor entre quienes iban de 2 a 3 veces por semanas, y bajó hasta un 46 por ciento en quienes iban más a menudo.

Los investigadores creen que esto puede deberse diferentes mecanismos biológicos ya que, durante estos baños de vapor, la temperatura corporal puede elevarse hasta dos grados, favoreciendo una dilatación de los vasos sanguíneos.

Asimismo, la excesiva sudoración que se produce en estos espacios sirve para eliminar líquido del cuerpo, que es un factor que contribuye a la disminución de los niveles de presión arterial, al tiempo que también conlleva una mayor relajación general de cuerpo y mente.