El Vaticano explicó ayer que prescindió de los servicios del primer revisor general de finanzas, Libero Milone, porque se extralimitó en sus funciones e investigó de forma ilegal la vida privada de algunos exponentes de la Santa Sede.

De este modo el Vaticano salió al paso de la entrevista que el auditor concedió a varios medios y en la que dijo que su dimisión, el pasado 19 de junio tras dos años en el cargo, se produjo bajo intimidación y amenazas de detención.

En un comunicado, la Santa Sede recuerda que, con la declaración de Milone, "queda quebrantado el acuerdo de mantener en secreto los motivos de su dimisión", por lo que ofrece su versión de los hechos.

En este sentido apunta que, en base a los estatutos, "la labor del revisor general es el de analizar los presupuestos y las cuentas de la Santa Sede y de sus administraciones".

"Lamentablemente consta que la oficina dirigida por Milone, excediéndose en sus competencias, encargó ilegalmente a una sociedad externa el desarrollo de actividades investigadoras sobre la vida de exponentes de la Santa Sede", se lee en la nota.

"Esto, además de constituir un delito, ha irremediablemente mermado la confianza en el señor Milone, el cual, ante su responsabilidad, aceptó libremente ofrecer su dimisión", agrega.

Por último el Vaticano asegura que "las investigaciones fueron conducidas con todo escrúpulo y respeto".

El auditor, de 69 años y con una amplia experiencia en el ámbito financiero internacional, fue nombrado por Francisco en mayo de 2015 como el primer revisor de las cuentas de la Santa Sede con el objetivo de supervisarlas y dotarlas de mayor transparencia.

Sin embargo, el pasado 19 de junio, el Vaticano anunció su dimisión sin precisar las razones y subrayando que su salida, aceptada por el pontífice argentino, se producía "de común acuerdo".

En la entrevista, difundida ayer por "Il Corriere della Sera", entre otros medios, el gestor explica que el sustituto en la secretaría de Estado vaticano, Giovanni Angelo Becciu, le comunicó que ya no contaba con la confianza del papa.

Posteriormente acudió ante la Gendarmería vaticana, donde, dice, "notó inmediatamente un comportamiento agresivo" y que su comandante, Giandomenico Giani, llegó incluso a gritar para instarle a "confesar" unos supuestos delitos que, asegura, desconocía.

Preguntado por la razón de este comportamiento, Milone dice que fue acusado de desvío de capitales y de "haber buscado impropiamente informaciones sobre exponentes vaticanos", hechos por los que estaba siendo investigado desde hacía siete meses, según descubrió.

Milone, "muy disgustado", defendió su inocencia y aseguró que fue "víctima de un montaje" del que ha informado al papa Francisco, aunque no ha obtenido respuesta por su parte.

"No dimití voluntariamente. Fui amenazado con el arresto. El jefe de la Gendarmería me intimidó para obligarme a firmar una carta (de dimisión) que tenían ya preparada", asegura Milone.